Otro discazo de rock progresivo, esta vez de un grupo australiano.
Disco doble con 15 temas de duración muy diversa (el que da título al disco dura 22 minutos).
Lo que más me ha llamado la atención es que en varios sentidos van de un extremo al otro con facilidad. Se sirven tanto de sencillitos pasajes minimalistas como de complicados compases impares, e incluso coquetean con el jazz y la música clásica en más de una ocasión.
Tienen momentos muy suaves y dulces, pero también duros y poderosos.
Su música es bastante lineal, con un sonido muy regular, eléctrico pero suave y limpio, y no hay demasiados cambios bruscos. Tienen momentos muy bellos y profundos.
Entre los músicos destaco al teclista, aunque el cantante, con una curiosa voz, no se queda atrás.
Los coros son realmente estupendos.
El hecho de que sea un disco muy largo no hace que sea aburrido.
Gran disco.
Este principio de año va de rock progresivo. En algo se tiene que notar el legado de Yes.
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