
La aguja inició su viaje a través del surco.
La música empezó a sonar.
De repente apareció ante mí un psicoanalista argentino que sostenía ondulante ante mis ojos un reloj de cadena.

Canciones de 10 minutos se hacían paso hacia mí a través de mis oídos.
Una base rítmica monótona, en un único tono para toda la canción, y para todas las canciones, repetitiva, repetitiva, repetitiva.
-Rrreláhessseeeeee.
Guitarra y sintetizadores van tocando sonidos, no hay melodías, sólo sonidos y efectos, la música es densa, no hay ni un solo hueco, ni el más mínimo resquicio, apenas hay cambios, y si los hay son tan graduales que ni te enteras.
-No se duerrrma, siga escuchando.

-¿Se adueñó sha la música de su cuerrpo?
-Sí.
Otra hace lo mismo con el volumen.
-Pues disfrrútelaaaaaa.
-Eso hago.
Otra hace lo mismo con la intensidad.
-Disfrrútelaaaaaa.
-Cállese ya, por favor.
Esto es rock espacial.
Raro raro.

No hay comentarios:
Publicar un comentario