Ya está aquí el nuevo disco de Muse.
Pues eso.
Este “pues eso” parece indicar que no estoy demasiado estusiasmado.
Es que no lo estoy.
La verdad es que no esperaba que sacasen un disco con la calidad de “Black holes and revelations”, pero sí esperaba que el nuevo tuviese más momentos brillantes, y sí que tiene algunos pero bastante pocos. La primera vez que lo escuché me entró un aburrimiento que rozaba la depresión. Pero por ser quienes eran me esforcé y lo escuché varias veces más, y sí, me entró un poco mejor, pero no se puede comparar con el anterior.
En realidad es más de lo mismo pero menos interesante. BHAR tenía alguna canción que no valía mucho, pero en el disco había varias genialidades como “Starlight” o “Knigths of Cydonia” que le daban al conjunto una calidad media muy pero que muy alta. En “The resistance” no hay ninguna canción de la calidad de esas dos, y hay bastantes temas prácticamente inescuchables, como por ejemplo los dos últimos cortes, dos bodrios insufribles en plan lírico que se hacen interminables. Eso sí, están bien situados al final, porque te los saltas y listo, justo al contrario que BHAR, que terminaba con la explosiva parte final de “Knigths of Cydonia”, uno de los mejores desenlaces de canción que he escuchado últimamente.
La música de Muse está compuesta casi en su totalidad en un tono muy épico, rollo que puede ser muy efectivo, pero si se abusa, lo épico puede transformarse en pomposo, y si no está hecho con la perfección necesaria lo pomposo puede pasar a ser empalagoso. Y justo eso es lo que pasa en buena parte de este disco, que si no fuese por unos cuantos momentos brillantes que te vas encontrando de vez en cuando la escucha sería verdaderamente difícil.
El cantante, Matthew James Bellamy, tiene la manía de alargar las vocales hasta ahogarse e imprimirles un poco de vibrato. Son dos recursos que están bien, pero si se usan siempre, de forma viciada, acaban por hartar. Eso también pasa en este disco.
En “The resistance” hay menos rock que en BHAR, y mucha más música clásica, pero no esa música clásica con poderío y enérgica como por ejemplo la que usa Nightwish en sus discos, no, a veces te parece que estés escuchando la banda sonora de una peli de Disney.
Eso sí, el disco, como el anterior, tiene una elaboración muy compleja en cuanto a arreglos y el sonido está bastante bien, pero si bien BHAR fue de mejor de 2006 “The resistance” no lo será de 2009.
En fin, está claro qué disco pondré que cuando quiera escuchar Muse.
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