Qué cosas, se está acabando la primera década del siglo XXI y seguimos descubriendo música de principios de los ’70. Y qué pedazo de descubrimiento. Quatermass por falta de apoyo no pudo seguir su carrera musical. Una lástima, porque este disco es absolutamente genial. En él se pueden apreciar ecos de Deep Purple, Uriah Heep, Creedence, Blue Oyster Cult, Led Zeppelin...Hacen un hard rock setentero mezclado con jazz, blues, rock’n’roll y progresivo, un mejunje muy interesante en el que destaca el órgano Hammond y donde encuentras temas muy rítmicos y con mucha marcha y otros suaves, lentos y especulativos.
Por supuesto no falta el inevitable solo de batería.
Ésta, como tantas otras, es otra gran aportación de Melómano.
Un discazo, recomendado a todo el mundo, sobretodo a los nostálgicos de los setenta.
La única manera de expandir los conocimientos sobre música, es escuchándola.
Este blog es de opinión, no informativo. Las opiniones suelen ser positivas, pero no siempre.
Si quieres, échale un vistazo a las etiquetas a ver si encuentras algo que te interese y contrastamos puntos de vista.
30 noviembre 2009
Pagan’s Mind – “God’s Equation” (2007)
Este es el disco que más me gusta de este grupo noruego.
¡Qué buenos son los músicos nórdicos!
Mi buen amigo Fernando (Melómano) dicen que hacen heavy metal, y mi buen amigo Jesús (mi cuñao) dice que no, que lo que hacen es metal progresivo. Yo no sé qué decir, quizás me situaría en un punto intermedio, tienen tintes de progresivo pero las estructuras de las canciones no son demasiado complejas, entre otras cosas. En fin, qué más da, lo interesante es que son buenos, muy buenos.
No se sitúan demasiado en mis gustos musicales (lo cual no quiere decir que no me gusten), para mí son demasiado heavys. Hay que ver, me pasé una buena parte de mi vida encerrado en este estilo y hoy en día... Están en la onda de Dream Theater, la voz es cercana a James Labrie, muy aguda, quizás sea eso, los agudos me abruman un poco, pero si te fijas bien, de vez en cuando tiene un cierto tirón a Rob Halford.
Si este es el disco que más me gusta es porque es el más raro, es muy heavy, pero tienen bastantes toques de thrash, a veces rozan el punk y coquetean con el pop. Lo mejor que tienen son las melodías, muchas, muy variadas y geniales, y esa esquizofrenia sonora que les hace pasar de una estrofa en plan thrash a un estribillo supermelódico, algo así como muchas canciones de rap, que las estrofas, totalmente amelódicas, son rapeadas por uno o varios negratas y el estribillo es cantado por una titi con una voz preciosa y una melodía genial. Eso es justamente lo mejor del grupo, la esquizofrenia sonora.
De las canciones destacaría “Hello spaceboy”, una estupenda y extraña pieza con un riff de guitarra superpotente pero intermitente y un estribillo que repite “bye bye love” al más puro estilo pop de los ’80, con bastante electrónica de fondo. En este tema pasan innumerables veces de la relajación total, casi silenciosa, a un alocado frenetismo. Un temazo, muy original.
¡Qué buenos son los músicos nórdicos!
Mi buen amigo Fernando (Melómano) dicen que hacen heavy metal, y mi buen amigo Jesús (mi cuñao) dice que no, que lo que hacen es metal progresivo. Yo no sé qué decir, quizás me situaría en un punto intermedio, tienen tintes de progresivo pero las estructuras de las canciones no son demasiado complejas, entre otras cosas. En fin, qué más da, lo interesante es que son buenos, muy buenos.
No se sitúan demasiado en mis gustos musicales (lo cual no quiere decir que no me gusten), para mí son demasiado heavys. Hay que ver, me pasé una buena parte de mi vida encerrado en este estilo y hoy en día... Están en la onda de Dream Theater, la voz es cercana a James Labrie, muy aguda, quizás sea eso, los agudos me abruman un poco, pero si te fijas bien, de vez en cuando tiene un cierto tirón a Rob Halford.
Si este es el disco que más me gusta es porque es el más raro, es muy heavy, pero tienen bastantes toques de thrash, a veces rozan el punk y coquetean con el pop. Lo mejor que tienen son las melodías, muchas, muy variadas y geniales, y esa esquizofrenia sonora que les hace pasar de una estrofa en plan thrash a un estribillo supermelódico, algo así como muchas canciones de rap, que las estrofas, totalmente amelódicas, son rapeadas por uno o varios negratas y el estribillo es cantado por una titi con una voz preciosa y una melodía genial. Eso es justamente lo mejor del grupo, la esquizofrenia sonora.
De las canciones destacaría “Hello spaceboy”, una estupenda y extraña pieza con un riff de guitarra superpotente pero intermitente y un estribillo que repite “bye bye love” al más puro estilo pop de los ’80, con bastante electrónica de fondo. En este tema pasan innumerables veces de la relajación total, casi silenciosa, a un alocado frenetismo. Un temazo, muy original.
27 noviembre 2009
Guilt Machine – “On this perfect day” (2009)
“La muerte es sólo el despertar de un profundo sueño”
Estas son unas intensas palabras en castellano que inician una de las seis canciones de este disco de Guilt Machine, uno de los proyectos del genial Arjen Lucassen. El estilo es un metal progresivo bastante épico, pero ni mucho menos tanto como la genial obra del otro grupo de Lucassen (Ayreon) “The Human Equation”. Con ella elevaron el tono épico hasta la máxima esencia para convertir su música en apoteósica, como siempre me ha gustado llamarla.
Este disco está muy bien, tiene muchos ecos de Ayreon, inevitable, supongo, y momentos de gran intensidad acompañados de excelentes melodías y buena instrumentación. Las canciones tienen estructuras complejas (son largas) y están compuestas en un ritmo medio-lento.
Muy buen disco, lo recomiendo.
Estas son unas intensas palabras en castellano que inician una de las seis canciones de este disco de Guilt Machine, uno de los proyectos del genial Arjen Lucassen. El estilo es un metal progresivo bastante épico, pero ni mucho menos tanto como la genial obra del otro grupo de Lucassen (Ayreon) “The Human Equation”. Con ella elevaron el tono épico hasta la máxima esencia para convertir su música en apoteósica, como siempre me ha gustado llamarla.
Este disco está muy bien, tiene muchos ecos de Ayreon, inevitable, supongo, y momentos de gran intensidad acompañados de excelentes melodías y buena instrumentación. Las canciones tienen estructuras complejas (son largas) y están compuestas en un ritmo medio-lento.
Muy buen disco, lo recomiendo.
Madsword – “The Global Village” (2000)
Dream Theater han hecho escuela. Su influencia en el metal de esta primera década del siglo XXI es evidente. Un ejemplo claro son Madsword, grupo italiano con muchos puntos en común con DT, como el virtuosismo (en menores dosis), las estructuras complejas, el uso de compases compuestos, el sonido, las melodías, el tono general…De este disco del año 2000 destacaría el quinto corte, “Living hexadecimal”, un temazo instrumental muy complejo que quita el hipo.
26 noviembre 2009
Liquid Tension Experiment - "Liquid Tension Experiment" (1988)
Este uno de los proyectos paralelos de los chicos de Dream Theater, acompañados aquí por Mister Stick Tony Levin. Es la versión instrumental de DT con un sonido menos heavy. La verdad es que tenía una idea equivocada de LTE, los imaginaba exactamente igual que DT pero sin cantante, pero no es así. Esto de las ideas preconcebidas no es buen negocio.
Hacen un rock progresivo con tintes metálicos, con grandes dosis de virtuosismo de los cuatro componentes (Portnoy, Petrucci, Rudess, Levin). La influencia de Levin se nota en dos o tres temas bastante abstractos un poco difíciles de digerir, pero el resultado del disco está muy bien, un placer escuchar a estos monstruos.
Eso sí, me resulta un poco frío.
Hacen un rock progresivo con tintes metálicos, con grandes dosis de virtuosismo de los cuatro componentes (Portnoy, Petrucci, Rudess, Levin). La influencia de Levin se nota en dos o tres temas bastante abstractos un poco difíciles de digerir, pero el resultado del disco está muy bien, un placer escuchar a estos monstruos.
Eso sí, me resulta un poco frío.
Ya queda poco para los Premios Gómez 2009
Ya quedan pocos días para dejar de buscar nueva música este año y dedicarme a definir la lista de los Premios Gómez de 2009.
¿Que qué son los Premios Gómez?
Va, lo voy a explicar.
¿No estáis hartos de que los medios de comunicación nos bombardeen con innumerables listas de los mejores músicos del año, de la década, del siglo o de la Historia?
Que si las 100 mejores canciones de rock, que si las de pop, que si disco del año, que si el disco más influyente, que si Grammys, que si leches en vinagre…
¿Y no os pasa que la mayoría de las veces no coincidís en absoluto con la resolución del jurado en cuestión?
Yo me he encontrado con listas de guitarristas de rock que no mencionan a Joe Satriani…por poner un ejemplo.
Y con listas de canciones, de discos o de grupos rellenas de estupideces que olvidan por completo a artistas fundamentales.
¿No estáis hartos de que los premios se los lleven siempre los mismos?
Si la respuesta es “Sí” no dudéis en crearos vuestros propios premios. Eso es lo que he hecho yo. Desde 2005 creo mi propia lista anual de premiados y nominados, y los galardonados son lo mejor que ha llegado a mis oídos durante ese año, independientemente de si se ha publicado o no ese año, evidentemente con un margen de antigüedad, que este año deja fuera de concurso todo lo anterior a 2003.
Parece una tontería ¿verdad?
Pues lo es.
Pero yo me lo paso bomba.
Básicamente porque tiene muchas ventajas. Puedes crear o eliminar categorías a tu antojo, tú eres el único jurado, lo que te permite galardonar a quien te da la gana, aunque sólo sea porque te cae simpático (en lo que intento caer lo menos posible); y nadie te lo puede discutir, opinar sí, pero no discutir, sobre gustos…
La única pega es que nadie viene a recogerlos, pero oye, todo eso que te ahorras. Imagínate el gasto. La gala, las estatuillas, los figurantes, el menda que levanta el cartel que pone “aplausos” o “risas”…
Pues eso, ya queda poco, y este año habrá dos listas, la de los mejores de 2009 y las mejores de la segunda parte de la década de los ’00 (no sé cómo se lee esto).
Las listas de años anteriores están colgadas en esta misma etiqueta.
En la lista de este año predominarán los grupos de rock progresivo como... bueno, ya saldrá.
¿Que qué son los Premios Gómez?
Va, lo voy a explicar.
¿No estáis hartos de que los medios de comunicación nos bombardeen con innumerables listas de los mejores músicos del año, de la década, del siglo o de la Historia?
Que si las 100 mejores canciones de rock, que si las de pop, que si disco del año, que si el disco más influyente, que si Grammys, que si leches en vinagre…
¿Y no os pasa que la mayoría de las veces no coincidís en absoluto con la resolución del jurado en cuestión?
Yo me he encontrado con listas de guitarristas de rock que no mencionan a Joe Satriani…por poner un ejemplo.
Y con listas de canciones, de discos o de grupos rellenas de estupideces que olvidan por completo a artistas fundamentales.
¿No estáis hartos de que los premios se los lleven siempre los mismos?
Si la respuesta es “Sí” no dudéis en crearos vuestros propios premios. Eso es lo que he hecho yo. Desde 2005 creo mi propia lista anual de premiados y nominados, y los galardonados son lo mejor que ha llegado a mis oídos durante ese año, independientemente de si se ha publicado o no ese año, evidentemente con un margen de antigüedad, que este año deja fuera de concurso todo lo anterior a 2003.
Parece una tontería ¿verdad?
Pues lo es.
Pero yo me lo paso bomba.
Básicamente porque tiene muchas ventajas. Puedes crear o eliminar categorías a tu antojo, tú eres el único jurado, lo que te permite galardonar a quien te da la gana, aunque sólo sea porque te cae simpático (en lo que intento caer lo menos posible); y nadie te lo puede discutir, opinar sí, pero no discutir, sobre gustos…
La única pega es que nadie viene a recogerlos, pero oye, todo eso que te ahorras. Imagínate el gasto. La gala, las estatuillas, los figurantes, el menda que levanta el cartel que pone “aplausos” o “risas”…
Pues eso, ya queda poco, y este año habrá dos listas, la de los mejores de 2009 y las mejores de la segunda parte de la década de los ’00 (no sé cómo se lee esto).
Las listas de años anteriores están colgadas en esta misma etiqueta.
En la lista de este año predominarán los grupos de rock progresivo como... bueno, ya saldrá.
Concierto de Porcupine Tree y Stick Man en la sala Sant Jordi Club, 23-11-09
Por fin llegó el día. Mister Stick Tony Levin (ex-King Crimson) abrió el concierto con su extraña música. Los estuve viendo un rato pero es que hacen una música tan abstracta que no me entra, lo he intentado pero no me entra. Eran tres músicos, Tony Levin y Michael Bernier tocaban un chapman stick cada uno, ese extraño instrumento que no acabo de entender, no sé si es que los hay de diferentes tipos, unos que suenan como guitarras y otros como bajos, pero el caso es que los dos llevaban un instrumento idéntico y sonaban completamente diferentes. El tercero era el reputado batería Pat Mastelotto, también ex-King Crimson.
Al acabar el concierto firmaron discos y pudimos sacar estas fotos, Tony Levin incluso posó para nuestra cámara.Porcupine Tree dividió su recital en dos partes muy diferenciadas. En la primera tocaron su último disco “The Incident” al completo. Nunca imaginé que lo harían. “The Incident” es uno de los discos más aburridos que he escuchado en mi vida. Supongo que, como músicos consagrados que son, publican lo que les apetece, lo que les pide el cuerpo. Alguna razón de peso habrán tenido para crear un disco así y tocarlo entero en sus conciertos. No por eso dejan de ser uno de mis grupos preferidos. Porcupine Tree son geniales, y lo demostraron en la segunda parte del concierto.
Hay algo que he aceptado ya definitivamente. Las canciones que más me gustan de un grupo nunca, repito, nunca son las preferidas de sus componentes, y por tanto, nunca, o sea nunca las tocan en los conciertos ni las incluyen en sus recopilatorios. Me he pasado decenas de conciertos en mi vida esperando que tal grupo toque esta canción o aquella, y esto nunca llegaba, en cambio todos tocan canciones que yo en mi vida incluiría en una selección de ningún tipo. En fin, lo tengo asumido ya definitivamente. No sé si es que lo hacen sólo para hacer daño o es que yo soy muy raro.
No tocaron mis favoritas pero Porcupine Tree tiene tantas canciones buenas que no importa. Tocaron a la perfección, destacaría al batería Gavin Harrison, también ex-King Crimson, todo un maestro, de lo mejor del siglo pasado y de éste, y el sonido era tan bueno que se le podían escuchar todos los toques con nitidez.
El sonido era brutal, los graves estaban potenciados al máximo, estar cerca de los altavoces era realmente peligroso, pero a una distancia media la nitidez era casi perfecta, teniendo en cuenta del volumen tan fuerte con el que tocaron. Por suerte no es un grupo de caña continua, tienen muchos ratos tranquilos y esto relaja bastante el oído y el cuerpo.
La acústica de la sala era estupenda, y la sala en sí, que no conocía, me pareció también estupenda.
Steven Wilson y sus compinches hicieron gala de sus gran calidad como músicos tocando con perfección matemática. Fueron un poco fríos con el público, lo que fue suplantado con la calidez de las luces, perfectamente (todo perfección) adecuadas a cada momento. Repasaron temas de “In Absentia”, “Deadwing” y “Fear…” con un sonido casi idéntico al del disco.
Magnífico concierto, al menos en su segunda parte, pero la próxima vez decidiré si voy a verlos después de escuchar su nuevo disco muy atentamente.
(La foto de la cabacera no es de nuestra cámara, es de otro blog, nos llamaron la atención dos veces por querer hacer fotos y las pocas que hicimos no salieron bien).
Al acabar el concierto firmaron discos y pudimos sacar estas fotos, Tony Levin incluso posó para nuestra cámara.Porcupine Tree dividió su recital en dos partes muy diferenciadas. En la primera tocaron su último disco “The Incident” al completo. Nunca imaginé que lo harían. “The Incident” es uno de los discos más aburridos que he escuchado en mi vida. Supongo que, como músicos consagrados que son, publican lo que les apetece, lo que les pide el cuerpo. Alguna razón de peso habrán tenido para crear un disco así y tocarlo entero en sus conciertos. No por eso dejan de ser uno de mis grupos preferidos. Porcupine Tree son geniales, y lo demostraron en la segunda parte del concierto.
Hay algo que he aceptado ya definitivamente. Las canciones que más me gustan de un grupo nunca, repito, nunca son las preferidas de sus componentes, y por tanto, nunca, o sea nunca las tocan en los conciertos ni las incluyen en sus recopilatorios. Me he pasado decenas de conciertos en mi vida esperando que tal grupo toque esta canción o aquella, y esto nunca llegaba, en cambio todos tocan canciones que yo en mi vida incluiría en una selección de ningún tipo. En fin, lo tengo asumido ya definitivamente. No sé si es que lo hacen sólo para hacer daño o es que yo soy muy raro.
No tocaron mis favoritas pero Porcupine Tree tiene tantas canciones buenas que no importa. Tocaron a la perfección, destacaría al batería Gavin Harrison, también ex-King Crimson, todo un maestro, de lo mejor del siglo pasado y de éste, y el sonido era tan bueno que se le podían escuchar todos los toques con nitidez.
El sonido era brutal, los graves estaban potenciados al máximo, estar cerca de los altavoces era realmente peligroso, pero a una distancia media la nitidez era casi perfecta, teniendo en cuenta del volumen tan fuerte con el que tocaron. Por suerte no es un grupo de caña continua, tienen muchos ratos tranquilos y esto relaja bastante el oído y el cuerpo.
La acústica de la sala era estupenda, y la sala en sí, que no conocía, me pareció también estupenda.
Steven Wilson y sus compinches hicieron gala de sus gran calidad como músicos tocando con perfección matemática. Fueron un poco fríos con el público, lo que fue suplantado con la calidez de las luces, perfectamente (todo perfección) adecuadas a cada momento. Repasaron temas de “In Absentia”, “Deadwing” y “Fear…” con un sonido casi idéntico al del disco.
Magnífico concierto, al menos en su segunda parte, pero la próxima vez decidiré si voy a verlos después de escuchar su nuevo disco muy atentamente.
(La foto de la cabacera no es de nuestra cámara, es de otro blog, nos llamaron la atención dos veces por querer hacer fotos y las pocas que hicimos no salieron bien).
25 noviembre 2009
Emerson, Lake and Palmer
"ELP" (1970)
"Tarkus" (1971)
"Trilogy" (1972)
"Brain salad surgery" (1973)
Pues seguí investigando en la discografía de Camel y por lo visto me quedé en el punto en el que dan un cambio en su estilo bastante fuerte.
En los discos posteriores a “Mirage” hacen una especie de pop que no me gustó demasiado, así es que pasé página y empecé a investigar en la discografía de ELP.
¿ELP? ¡Pero si son conocidísimos! Sí hombre sí, aquel disco que se llamaba... que la portada era... que salía aquella canción que decía...
Sí sí, conocidísimos, todo el mundo ha escuchado ELP, pero no todo el mundo conoce su discografía.
Pues es la ostia.
ELP son un grupo de rock, rock progresivo, con una singularidad que los diferencia de cualquier otro. El instrumento predominante son los teclados, que lo llenan todo. El sonido de conjunto de ELP es algo especial, no hay nada que se le parezca lo más mínimo, pero no sólo por el sonido y la manera de tocar de Keith Emerson, la voz de Greg Lake también es de lo más particular.
Y las composiciones que hacen entre los tres no tienen desperdicio, de hecho en estos 4 discos (tengo que seguir investigando) no hay ni un minuto desaprovechable.
Hay mucho virtuosismo de teclado y piano, toques de música clásica y jazz, un sonido setentero que se va puliendo disco tras disco, algún solo de batería (inevitable en los ’70), largos desarrollos instrumentales, canciones de duraciones medias que prácticamente nunca llegan a los 10 minutos, a veces la música es profunda, pero suele ser bastante técnica, a veces tiene bastante ritmo, a veces muy lenta, pero siempre interesante.
Me ha sorprendido gratamente, no me esperaba que la música de
ELP fuese tan entretenida e interesante. De hecho, después de lo que he escuchado hasta ahora, es lo que más me gusta de los ’70 después de Yes.
Un 10 por Emerson, Lake and Palmer.
"Tarkus" (1971)
"Trilogy" (1972)
"Brain salad surgery" (1973)
Pues seguí investigando en la discografía de Camel y por lo visto me quedé en el punto en el que dan un cambio en su estilo bastante fuerte.
En los discos posteriores a “Mirage” hacen una especie de pop que no me gustó demasiado, así es que pasé página y empecé a investigar en la discografía de ELP.
¿ELP? ¡Pero si son conocidísimos! Sí hombre sí, aquel disco que se llamaba... que la portada era... que salía aquella canción que decía...
Sí sí, conocidísimos, todo el mundo ha escuchado ELP, pero no todo el mundo conoce su discografía.
Pues es la ostia.
ELP son un grupo de rock, rock progresivo, con una singularidad que los diferencia de cualquier otro. El instrumento predominante son los teclados, que lo llenan todo. El sonido de conjunto de ELP es algo especial, no hay nada que se le parezca lo más mínimo, pero no sólo por el sonido y la manera de tocar de Keith Emerson, la voz de Greg Lake también es de lo más particular.
Y las composiciones que hacen entre los tres no tienen desperdicio, de hecho en estos 4 discos (tengo que seguir investigando) no hay ni un minuto desaprovechable.
Hay mucho virtuosismo de teclado y piano, toques de música clásica y jazz, un sonido setentero que se va puliendo disco tras disco, algún solo de batería (inevitable en los ’70), largos desarrollos instrumentales, canciones de duraciones medias que prácticamente nunca llegan a los 10 minutos, a veces la música es profunda, pero suele ser bastante técnica, a veces tiene bastante ritmo, a veces muy lenta, pero siempre interesante.
Me ha sorprendido gratamente, no me esperaba que la música de
ELP fuese tan entretenida e interesante. De hecho, después de lo que he escuchado hasta ahora, es lo que más me gusta de los ’70 después de Yes.
Un 10 por Emerson, Lake and Palmer.
24 noviembre 2009
Fromuz – “Overlook” (2008)
Melómano estuvo especialmente inspirado al colgar una entrada sobre este disco en su blog.
Este disco es de lo más fascinante que he escuchado nunca.
Se me agolpan las ideas y no sé por dónde empezar.
Pues empezaré por la procedencia. Son de Uzbekistán, que es un país que existe, y si no miren un mapamundi. Linda con Turkmenistán, Kazakhstán, Kyrgystán, Takikystán (que también existen) y Afghanistán. Vamos, la meca de la música moderna (es broma).
El estilo es un metal progresivo instrumental al estilo de Indukti, no tan espeso ni tan metálico pero sí más rayante e hipnotizante.
Las composiciones son de una complejidad extrema, es dificilísimo de escuchar. El disco consta de 5 piezas que van de los 10 minutos a los 17, todas con estructuras imposibles y partes muy diferenciadas enlazadas magistralmente. Los instrumentistas son buenísimos pero no hay demasiado virtuosismo, se lucen de otras muchas maneras.
Para hacernos una idea de lo rayante que es sólo hay que escuchar un trozo que 4 minutos que hay en el primer corte, del minuto 8 al 12 aproximadamente. Me descoloca un poco, no lo acabo de ententer, es lo único que no me convence de todo el disco.
El segundo tema es el más escuchable, tiene una parte muy tranquila con un bonito solo de guitarra, otra con estilo jazzístico en compases de 7 tiempos bastante animada, otra muy metálica y densa con un sonido muy potente, y otra con un solo de teclado muy dulce con sonidos de vocoder de fondo, entre otras cosas.
Pero para saber hasta qué grado llega la complejidad de este disco es preciso escuchar el tercer corte. Aquí se riza el rizo hasta arrancarlo. Los compases son una locura, nunca había escuchado algo así. Hay series de 5 compases de 5 tiempos seguidos de uno de 7 (¿se le puede llamar a esto compás compuesto de 32 tiempos? no creo), intercaladas con pequeñas partes a 4 tiempos, trozos intermedios que mantienen los compases de 7 tiempos, otras partes que no tengo ni idea de lo que hacen, vuelta a esas extrañas series imposibles de seguir si no vas contando... y todo enlazado de una manera que no te das ni cuenta.
Hay partes lentas y suaves que recuerdan a Pink Floyd, partes muy duras y metálicas y partes en las que lo de menos es el sonido. Una auténtica joya, una locura que puede pasar totalmente desapercibida si no prestas toda la atención, pero si lo haces te atrapa y se hace dueño de ti hasta que acaba, y lo hace con unas ligeras notas de piano muy relajantes que invitan a desconectar el cerebro.
Lo que es imposible si sigues escuchando el disco.
La cuarta empieza con una rayada tremenda, pero lo más interesante es una parte a compases de 7 tiempos con un coro de voces pasadas por vocoder con mucho eco que van cantando una melodía sin letra (badabadá), le sigue un trozo que intercala dos tipos de compases diferentes que si no sigues con la mayor atención te pierdes sin remedio hasta que acaba, y después un vacileo al más puro estilo thrash, después vuelve a esos compases intercalados pero a un ritmo mucho más lento, que te ayuda a descifrar el anterior... otra locura.
Para acabar la más larga, una pieza tétrica, por momentos cargada de electrónica, con un aire gótico, con un final al que quizás le sobren algunos minutos.
Maravilloso.
Indescriptible.
Hay que escucharlo para saber lo que es. Pero con mucha atención, sólo así puedes entender de alguna manera cómo están compuestas estas obras (me resisto a llamarlas canciones). Fromuz llegan al extremo más extremo de la definición de rock progresivo, son la complejidad en grado máximo sin dejar de lado la melodía, el sonido depurado y el buen gusto.
Lo recomendaría, pero no sé a quién, no es música para cualquier oído. Pero seguro que hay por ahí muchos melofrikis como yo dispuestos a complicarse la vida escuchando algo así, y a hacer un esfuerzo de atención para sacarle el jugo hasta la última gota.
Gracias Melómano por estas aportaciones, que hacen que el acto de escuchar música no sea algo secundario, algo que acompaña a otra cosa, que llena huecos. Esta música eleva el acto de escuchar a la categoría de arte.
No exagero.
Bueno, quizás un poco sí.
Es que soy así.
Este disco es de lo más fascinante que he escuchado nunca.
Se me agolpan las ideas y no sé por dónde empezar.
Pues empezaré por la procedencia. Son de Uzbekistán, que es un país que existe, y si no miren un mapamundi. Linda con Turkmenistán, Kazakhstán, Kyrgystán, Takikystán (que también existen) y Afghanistán. Vamos, la meca de la música moderna (es broma).
El estilo es un metal progresivo instrumental al estilo de Indukti, no tan espeso ni tan metálico pero sí más rayante e hipnotizante.
Las composiciones son de una complejidad extrema, es dificilísimo de escuchar. El disco consta de 5 piezas que van de los 10 minutos a los 17, todas con estructuras imposibles y partes muy diferenciadas enlazadas magistralmente. Los instrumentistas son buenísimos pero no hay demasiado virtuosismo, se lucen de otras muchas maneras.
Para hacernos una idea de lo rayante que es sólo hay que escuchar un trozo que 4 minutos que hay en el primer corte, del minuto 8 al 12 aproximadamente. Me descoloca un poco, no lo acabo de ententer, es lo único que no me convence de todo el disco.
El segundo tema es el más escuchable, tiene una parte muy tranquila con un bonito solo de guitarra, otra con estilo jazzístico en compases de 7 tiempos bastante animada, otra muy metálica y densa con un sonido muy potente, y otra con un solo de teclado muy dulce con sonidos de vocoder de fondo, entre otras cosas.
Pero para saber hasta qué grado llega la complejidad de este disco es preciso escuchar el tercer corte. Aquí se riza el rizo hasta arrancarlo. Los compases son una locura, nunca había escuchado algo así. Hay series de 5 compases de 5 tiempos seguidos de uno de 7 (¿se le puede llamar a esto compás compuesto de 32 tiempos? no creo), intercaladas con pequeñas partes a 4 tiempos, trozos intermedios que mantienen los compases de 7 tiempos, otras partes que no tengo ni idea de lo que hacen, vuelta a esas extrañas series imposibles de seguir si no vas contando... y todo enlazado de una manera que no te das ni cuenta.
Hay partes lentas y suaves que recuerdan a Pink Floyd, partes muy duras y metálicas y partes en las que lo de menos es el sonido. Una auténtica joya, una locura que puede pasar totalmente desapercibida si no prestas toda la atención, pero si lo haces te atrapa y se hace dueño de ti hasta que acaba, y lo hace con unas ligeras notas de piano muy relajantes que invitan a desconectar el cerebro.
Lo que es imposible si sigues escuchando el disco.
La cuarta empieza con una rayada tremenda, pero lo más interesante es una parte a compases de 7 tiempos con un coro de voces pasadas por vocoder con mucho eco que van cantando una melodía sin letra (badabadá), le sigue un trozo que intercala dos tipos de compases diferentes que si no sigues con la mayor atención te pierdes sin remedio hasta que acaba, y después un vacileo al más puro estilo thrash, después vuelve a esos compases intercalados pero a un ritmo mucho más lento, que te ayuda a descifrar el anterior... otra locura.
Para acabar la más larga, una pieza tétrica, por momentos cargada de electrónica, con un aire gótico, con un final al que quizás le sobren algunos minutos.
Maravilloso.
Indescriptible.
Hay que escucharlo para saber lo que es. Pero con mucha atención, sólo así puedes entender de alguna manera cómo están compuestas estas obras (me resisto a llamarlas canciones). Fromuz llegan al extremo más extremo de la definición de rock progresivo, son la complejidad en grado máximo sin dejar de lado la melodía, el sonido depurado y el buen gusto.
Lo recomendaría, pero no sé a quién, no es música para cualquier oído. Pero seguro que hay por ahí muchos melofrikis como yo dispuestos a complicarse la vida escuchando algo así, y a hacer un esfuerzo de atención para sacarle el jugo hasta la última gota.
Gracias Melómano por estas aportaciones, que hacen que el acto de escuchar música no sea algo secundario, algo que acompaña a otra cosa, que llena huecos. Esta música eleva el acto de escuchar a la categoría de arte.
No exagero.
Bueno, quizás un poco sí.
Es que soy así.
12 noviembre 2009
11 noviembre 2009
Wolfmother – “Cosmic egg” (2009)
Hay bandas noveles que por inspiración divina o por tener muchas entre las que escoger, reúnen un conjunto de canciones geniales en un disco que les lanza al estrellato de forma directa. Wolfmother es uno de esos grupos. La opera prima de título homónimo que sacaron en 2006 fue un éxito fulgurante. Todas y cada una de las canciones del disco eran pequeñas obras maestras con personalidad propia, con melodías increíbles, directas e intensas. El disco rebosaba pasión, fuerza y poderío. Su sonido setentero situado entre Black Sabbath y Led Zeppelin, por ese orden, la voz de Andrew Stockdale, muy cercana a la de Robert Plant, la gran cantidad de momentos de mucha intensidad, los cambios de ritmo y muchas otras cosas hicieron que ese discazo fuese uno de mis preferidos de 2006.
Pero el éxito de un primer disco no asegura nada.
Hay muchos grupos que después de un gran debut, sacan otro disco de mucha menos calidad pero que se vende tanto como el primero, sólo por inercia, y muchas veces se acaba por sacar un tercer disco que no vale una mierda y hasta aquí hemos llegao.
Léase el caso de Arctic Monkeys.
Me temo que esto es lo que pasa con Wolfmother. “Cosmic egg” no es gran cosa. Parece que han querido cambiar un poco, para no repetirse. El sonido es diferente, da la sensación de que la idea era depurar un poco el del primer disco, hacerlo más suave y escuchable para llegar a un público más amplio, pero sólo han coseguido perder la fuerza. Sí es verdad que suena más compacto, pero eso hace que no se diferencien con tanta claridad los instrumentos, en realidad es que es un poco confuso, y difuso.
Sobre las canciones diría que no hay ninguna que pudiese encajar por su calidad en el primer disco. Hay alguna cosilla que está bien, pero nada más. Estoy seguro de que “Cosmic egg” hubiese pasado totalmente desapercibido si no hubiese sido por el exitazo de su predecesor.
Además a Stockdale, que además de cantante es guitarrista, le ha dado por hacer solos de guitarra, lo que evidencia de forma clara sus carencias.
Una lástima, sobretodo para los australianos, que se quedan, una vez más, sin sucesores de ACDC. Ni Jet, ni The Casanovas ni Wolfmother pueden llevar ese galardón.
Pero el éxito de un primer disco no asegura nada.
Hay muchos grupos que después de un gran debut, sacan otro disco de mucha menos calidad pero que se vende tanto como el primero, sólo por inercia, y muchas veces se acaba por sacar un tercer disco que no vale una mierda y hasta aquí hemos llegao.
Léase el caso de Arctic Monkeys.
Me temo que esto es lo que pasa con Wolfmother. “Cosmic egg” no es gran cosa. Parece que han querido cambiar un poco, para no repetirse. El sonido es diferente, da la sensación de que la idea era depurar un poco el del primer disco, hacerlo más suave y escuchable para llegar a un público más amplio, pero sólo han coseguido perder la fuerza. Sí es verdad que suena más compacto, pero eso hace que no se diferencien con tanta claridad los instrumentos, en realidad es que es un poco confuso, y difuso.
Sobre las canciones diría que no hay ninguna que pudiese encajar por su calidad en el primer disco. Hay alguna cosilla que está bien, pero nada más. Estoy seguro de que “Cosmic egg” hubiese pasado totalmente desapercibido si no hubiese sido por el exitazo de su predecesor.
Además a Stockdale, que además de cantante es guitarrista, le ha dado por hacer solos de guitarra, lo que evidencia de forma clara sus carencias.
Una lástima, sobretodo para los australianos, que se quedan, una vez más, sin sucesores de ACDC. Ni Jet, ni The Casanovas ni Wolfmother pueden llevar ese galardón.
Muse – “The resistance” (2009)
Ya está aquí el nuevo disco de Muse.
Pues eso.
Este “pues eso” parece indicar que no estoy demasiado estusiasmado.
Es que no lo estoy.
La verdad es que no esperaba que sacasen un disco con la calidad de “Black holes and revelations”, pero sí esperaba que el nuevo tuviese más momentos brillantes, y sí que tiene algunos pero bastante pocos. La primera vez que lo escuché me entró un aburrimiento que rozaba la depresión. Pero por ser quienes eran me esforcé y lo escuché varias veces más, y sí, me entró un poco mejor, pero no se puede comparar con el anterior.
En realidad es más de lo mismo pero menos interesante. BHAR tenía alguna canción que no valía mucho, pero en el disco había varias genialidades como “Starlight” o “Knigths of Cydonia” que le daban al conjunto una calidad media muy pero que muy alta. En “The resistance” no hay ninguna canción de la calidad de esas dos, y hay bastantes temas prácticamente inescuchables, como por ejemplo los dos últimos cortes, dos bodrios insufribles en plan lírico que se hacen interminables. Eso sí, están bien situados al final, porque te los saltas y listo, justo al contrario que BHAR, que terminaba con la explosiva parte final de “Knigths of Cydonia”, uno de los mejores desenlaces de canción que he escuchado últimamente.
La música de Muse está compuesta casi en su totalidad en un tono muy épico, rollo que puede ser muy efectivo, pero si se abusa, lo épico puede transformarse en pomposo, y si no está hecho con la perfección necesaria lo pomposo puede pasar a ser empalagoso. Y justo eso es lo que pasa en buena parte de este disco, que si no fuese por unos cuantos momentos brillantes que te vas encontrando de vez en cuando la escucha sería verdaderamente difícil.
El cantante, Matthew James Bellamy, tiene la manía de alargar las vocales hasta ahogarse e imprimirles un poco de vibrato. Son dos recursos que están bien, pero si se usan siempre, de forma viciada, acaban por hartar. Eso también pasa en este disco.
En “The resistance” hay menos rock que en BHAR, y mucha más música clásica, pero no esa música clásica con poderío y enérgica como por ejemplo la que usa Nightwish en sus discos, no, a veces te parece que estés escuchando la banda sonora de una peli de Disney.
Eso sí, el disco, como el anterior, tiene una elaboración muy compleja en cuanto a arreglos y el sonido está bastante bien, pero si bien BHAR fue de mejor de 2006 “The resistance” no lo será de 2009.
En fin, está claro qué disco pondré que cuando quiera escuchar Muse.
Pues eso.
Este “pues eso” parece indicar que no estoy demasiado estusiasmado.
Es que no lo estoy.
La verdad es que no esperaba que sacasen un disco con la calidad de “Black holes and revelations”, pero sí esperaba que el nuevo tuviese más momentos brillantes, y sí que tiene algunos pero bastante pocos. La primera vez que lo escuché me entró un aburrimiento que rozaba la depresión. Pero por ser quienes eran me esforcé y lo escuché varias veces más, y sí, me entró un poco mejor, pero no se puede comparar con el anterior.
En realidad es más de lo mismo pero menos interesante. BHAR tenía alguna canción que no valía mucho, pero en el disco había varias genialidades como “Starlight” o “Knigths of Cydonia” que le daban al conjunto una calidad media muy pero que muy alta. En “The resistance” no hay ninguna canción de la calidad de esas dos, y hay bastantes temas prácticamente inescuchables, como por ejemplo los dos últimos cortes, dos bodrios insufribles en plan lírico que se hacen interminables. Eso sí, están bien situados al final, porque te los saltas y listo, justo al contrario que BHAR, que terminaba con la explosiva parte final de “Knigths of Cydonia”, uno de los mejores desenlaces de canción que he escuchado últimamente.
La música de Muse está compuesta casi en su totalidad en un tono muy épico, rollo que puede ser muy efectivo, pero si se abusa, lo épico puede transformarse en pomposo, y si no está hecho con la perfección necesaria lo pomposo puede pasar a ser empalagoso. Y justo eso es lo que pasa en buena parte de este disco, que si no fuese por unos cuantos momentos brillantes que te vas encontrando de vez en cuando la escucha sería verdaderamente difícil.
El cantante, Matthew James Bellamy, tiene la manía de alargar las vocales hasta ahogarse e imprimirles un poco de vibrato. Son dos recursos que están bien, pero si se usan siempre, de forma viciada, acaban por hartar. Eso también pasa en este disco.
En “The resistance” hay menos rock que en BHAR, y mucha más música clásica, pero no esa música clásica con poderío y enérgica como por ejemplo la que usa Nightwish en sus discos, no, a veces te parece que estés escuchando la banda sonora de una peli de Disney.
Eso sí, el disco, como el anterior, tiene una elaboración muy compleja en cuanto a arreglos y el sonido está bastante bien, pero si bien BHAR fue de mejor de 2006 “The resistance” no lo será de 2009.
En fin, está claro qué disco pondré que cuando quiera escuchar Muse.
RPWL – “The RPWL experience” (2008)
RPWL son un grupo alemán que me recuerda mucho a The Alan Parsons Project, y también tienen muchos toques floydianos. En algún sitio de la red se los sitúa en el punto intermedio entre rock progresivo clásico y el metal progresivo actual, a mí me cuesta un poco etiquetarlos como rock progresivo, quizá sea por el concepto que tengo de lo que es este estilo, que me parece que es un poco personal (el concepto) y un poco confuso, pero a mí me vale. Definir el estilo de un grupo, ya lo he dicho varias veces, puede ser bastante complicado y lioso.
El caso es que RPWL son un grupazo, y este disco en cuestión un discazo. Lo mejor son las melodías y esa manera de cantar dulce y melancólica, con una voz con mucho eco y unos coros estupendos, sobretodo en los estribillos, que en casi todas las canciones son geniales, repetitivos y pegadizos. Son melodías que transmiten sensaciones, pero lo que transmiten depende del receptor, del cuerpo en el que estén pegadas las orejas que lo escuchan.
Las canciones se alargan con partes instrumentales no demasiado complejas que hacen que en conjunto sea una música fácil de escuchar y muy agradable para los sentidos.
Es uno de esos discos en que lo mejor está al principio, los cuatro primeros cortes son realmente excelentes, pero a partir de ahí el nivel baja un poco, lo que no quiere decir que no se pueda escuchar hasta el final, ni mucho menos. Es caso es que cuando terminas de escucharlo no te cuesta nada volver a empezar desde el principio, y una vez, y otra, y otra, no muchos discos tienen esa facultad.
Discazo de RPWL, recomendado a todo el mundo.
El caso es que RPWL son un grupazo, y este disco en cuestión un discazo. Lo mejor son las melodías y esa manera de cantar dulce y melancólica, con una voz con mucho eco y unos coros estupendos, sobretodo en los estribillos, que en casi todas las canciones son geniales, repetitivos y pegadizos. Son melodías que transmiten sensaciones, pero lo que transmiten depende del receptor, del cuerpo en el que estén pegadas las orejas que lo escuchan.
Las canciones se alargan con partes instrumentales no demasiado complejas que hacen que en conjunto sea una música fácil de escuchar y muy agradable para los sentidos.
Es uno de esos discos en que lo mejor está al principio, los cuatro primeros cortes son realmente excelentes, pero a partir de ahí el nivel baja un poco, lo que no quiere decir que no se pueda escuchar hasta el final, ni mucho menos. Es caso es que cuando terminas de escucharlo no te cuesta nada volver a empezar desde el principio, y una vez, y otra, y otra, no muchos discos tienen esa facultad.
Discazo de RPWL, recomendado a todo el mundo.
!Melómano ha vuelto!!!!
Con dos cojones.
Mi gozo ha salido del pozo.
Su nueva dirección es http://melomano1010.blogspot.com/ y vienen más inspirados que nunca.
!Larga vida a la música!!!
Mi gozo ha salido del pozo.
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!Larga vida a la música!!!
27 octubre 2009
Camel – “Camel” (1973) y “Mirage” (1974)
¡Vaya descubrimiento! Hay que ver, se está acabando la primera década del siglo XI y acabo de descubrir un grupo de los setenta. Camel es uno de los grandes grupos de rock progresivo de todos los tiempos, y por la razón que sea no había llegado hasta mis oídos hasta ahora. Nunca es tarde. Son del estilo de Yes, le dan más importancia al aspecto estrictamente musical que a otra cosa, que es lo que a mí me gusta.
El grupo lo formaban en un principio Andrew Latimer (guitarra y voces), Peter Bardens (teclados y voces), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería).
No se suelen salir del 4x4, pero no por ello las composiciones son menos interesantes. Las voces no son lo más importante, de hecho estuvieron probando cantantes y como no encontraron nada que encajase perfectamente en su música decidieron cantar ellos mismos.
Hay alguna canción lenta pero por lo general tienen mucho ritmo. Hay pocas canciones largas y predominan los desarrolos instrumentales, con o sin virtuosismo.
Dos pedazo de discos de Camel. La música que hizo este grupo sí que me da ganas de investigar en su discografía a ver qué encuentro, lo que con toda seguridad saldrá en este humilde blog.
El grupo lo formaban en un principio Andrew Latimer (guitarra y voces), Peter Bardens (teclados y voces), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería).
No se suelen salir del 4x4, pero no por ello las composiciones son menos interesantes. Las voces no son lo más importante, de hecho estuvieron probando cantantes y como no encontraron nada que encajase perfectamente en su música decidieron cantar ellos mismos.
Hay alguna canción lenta pero por lo general tienen mucho ritmo. Hay pocas canciones largas y predominan los desarrolos instrumentales, con o sin virtuosismo.
Dos pedazo de discos de Camel. La música que hizo este grupo sí que me da ganas de investigar en su discografía a ver qué encuentro, lo que con toda seguridad saldrá en este humilde blog.
Magenta – “Seven” (2004)
Otro pedazo de disco de este pedazo de grupo.
Aquí se hace ver mucho más la influencia de Yes, sobretodo en los coros, y bastantes veces en la guitarra eléctrica, que en ocasiones parece que estés escuchando al mismísimo Stever Howe. El guitarra está más fino que en “Metamorphosis”, lo demuestra en unos cuantos solos realmente espectaculares, sobretodo el de “Envy”, temazo increíble, de esos que son capaces de erizar el vello de todo el cuerpo. “Envy” es una canción de 10 minutos con aires folklóricos galeses digna de la banda sonora de películas como “El señor de los anillos”, ideal para escenas en las que sales Elfos, tiene un trozo instrumental en medio con un inocente solo de teclado que le quita un poco de gracia, pero este solo está rodeado de dos partes cantadas por la increíble Christina Booth y rematada por el impresionante solo de guitarra.
El sonido es un poco diferente a “Metamorphosis”, es más suave, no tiene aquellos toques metálicos, y es más medieval y acústico.
A pesar de la gran calidad instrumental que tiene este grupo tengo que destacar una vez más la voz de Christina Booth, sin duda la mejor voz femenina que existe actualmente. Aquí no exagero un ápice.
Música agradable, recomendada a todo el mundo, el que no le gusten las partes instrumentales no tendrá que esperar mucho para volver a escuchar la voz de Christina Booth.
Aquí se hace ver mucho más la influencia de Yes, sobretodo en los coros, y bastantes veces en la guitarra eléctrica, que en ocasiones parece que estés escuchando al mismísimo Stever Howe. El guitarra está más fino que en “Metamorphosis”, lo demuestra en unos cuantos solos realmente espectaculares, sobretodo el de “Envy”, temazo increíble, de esos que son capaces de erizar el vello de todo el cuerpo. “Envy” es una canción de 10 minutos con aires folklóricos galeses digna de la banda sonora de películas como “El señor de los anillos”, ideal para escenas en las que sales Elfos, tiene un trozo instrumental en medio con un inocente solo de teclado que le quita un poco de gracia, pero este solo está rodeado de dos partes cantadas por la increíble Christina Booth y rematada por el impresionante solo de guitarra.
El sonido es un poco diferente a “Metamorphosis”, es más suave, no tiene aquellos toques metálicos, y es más medieval y acústico.
A pesar de la gran calidad instrumental que tiene este grupo tengo que destacar una vez más la voz de Christina Booth, sin duda la mejor voz femenina que existe actualmente. Aquí no exagero un ápice.
Música agradable, recomendada a todo el mundo, el que no le gusten las partes instrumentales no tendrá que esperar mucho para volver a escuchar la voz de Christina Booth.
The Tangent – “A place in the queue” (2006)
The Tangent es otra de las formaciones suecas fundadas por Jonas Reingold de rock progresivo en la misma onda de Karmakanic o The Flower Kings.
El disco tiene 7 canciones, pero entre ellas suman casi 80 minutos, hay dos que pasan de los 20.
Aquí se acercan más al jazz que en otras grabaciones, lo que con músicos como Krister Jonsson, guitarra también presente en Karmakanic, Andy Tillison y Sam Baine a los teclados, Theo Travis con los instrumentos de viento y Jaime Salazar a la batería, es un verdadero placer.
El sonido es muy cercano a The Flower Kings, agradable y sin estridencias, lo que permite diferenciar bien entre instrumentos y apreciar la calidad de los músicos, de los que destacaría a los teclados y al batería.
Los temas principales son los largos, bien compuestos, con partes diferencias y mucho virtuosismo, pero el dato curioso es una canción, “The sun in my eyes”, que parece un homenaje a la música disco negra de finales de los ’70, a lo Ergüinanfayar, muy bailable y díver.
También hay referencias de música clásica y como ya he dicho, jazzísticas.
Recomendado sólo a los amantes del género, puede resultar un poco pesado por los largos desarrollos instrumentales con poco ritmo y por la excesiva duración.
El disco tiene 7 canciones, pero entre ellas suman casi 80 minutos, hay dos que pasan de los 20.
Aquí se acercan más al jazz que en otras grabaciones, lo que con músicos como Krister Jonsson, guitarra también presente en Karmakanic, Andy Tillison y Sam Baine a los teclados, Theo Travis con los instrumentos de viento y Jaime Salazar a la batería, es un verdadero placer.
El sonido es muy cercano a The Flower Kings, agradable y sin estridencias, lo que permite diferenciar bien entre instrumentos y apreciar la calidad de los músicos, de los que destacaría a los teclados y al batería.
Los temas principales son los largos, bien compuestos, con partes diferencias y mucho virtuosismo, pero el dato curioso es una canción, “The sun in my eyes”, que parece un homenaje a la música disco negra de finales de los ’70, a lo Ergüinanfayar, muy bailable y díver.
También hay referencias de música clásica y como ya he dicho, jazzísticas.
Recomendado sólo a los amantes del género, puede resultar un poco pesado por los largos desarrollos instrumentales con poco ritmo y por la excesiva duración.
The Nice – “Thoughts of emerlist davjack” (1968)
Las apetencias musicales van por rachas, que van relacionadas directamente con la etapa de la vida que se está viviendo. En 2004, 2005 y 2006 me dediqué a escuchar básicamene rock y pop sencillito, sin complicaciones, rítmico y efectivo. Pasados estos años el cuerpo me pedía algo más complejo, y me introduje un poco por encima en el jazz moderno. Y este año, vaya a saber usté por qué, me ha dao por el progresivo y he vuelto al heavy metal, pero sobretodo este año va de rock progresivo, que, a mi modo de ver, es el estilo más completo, pues combina técnica y melodía.
De la misma manera en estos últimos años me he interesado sobretodo por la música actual, había dejado lo antiguo un poco al margen. Pero este año me he vuelto a interesar también por el progresivo de los ’70. Aunque después de perder el tiempo escuchando toda la discografía de Genesis, faenón que me ocupó muchas de las preciadas horas de mi vida, decidí escuchar lo más representativo de cada grupo y si no me gustaba dejarlo correr y pasar a otra cosa. Así descubrí que Jethro Tull o King Crimson, por diferentes razones, no son lo mío. Pink Floyd me gustan, pero los encuentro demasiado trascendentes y lentos. Son buenísimos, sobretodo Guilmour, pero es un grupo que le da más importancia a aspectos de la música que yo no le doy tanta, y hay que recordar que yo de inglés entiendo una de cada 100 palabras, y así es difícil entender el mesaje.
Los que sí me han gustado mucho son Camel, ése sí que es mi rollo. Es curioso pero de los discos que he escuchado hasta ahora no me suena absolutamente nada. Llámale coincidencia de no haberme cruzado nunca con su música o simplemente ignorancia. El caso es que son geniales, pero de eso ya hablaré en otro momento.
Otro de los grupos por los que me interesado es The Nice. Se dice por ahí que el disco que comento aquí fue el primero de rock progresivo. Allá por el 1968. Fíjate tú si hace tiempo. Es de mi año.
Uno de los músicos es Keith Emerson, exacto, el mismo, el de Emerson, Lake and Palmer.
Para escucharlo hay que situarse en el contexto histórico. Supongo que en aquella época debió ser todo un flash.
Suena muy setentero, y hay largos desarrollos instrumentales. La guitarra a veces suena a Jimmy Hendrix, pero el sonido del teclado es un poco simple.
Hay un tema, “War and peace”, título muy apropiado para la época, que es un rock’n’roll instrumental con solos continuos de Emerson y el guitarra David O’List.
Pero lo que más me ha impactado del disco, bueno, impactado es poco, lo que me ha dejado absolutamene perplejo es otro tema instrumental que se llama “Rondo”. Es prácticamente idéntico a la parte intermedia del supertemazo “Space truckin” del “Made in Japan” de Deep Purple.
Pero... un momento... ¡el “Made in Japan” es del 1972 y este disco se editó 4 años antes!!! Es decir, que Deep Purple, para alargar su canción con un desarrollo instrumental largo, copió directamente a The Nice, lo que dice mucho a favor de Keith Emerson y poco a favor de Deep Purple. Con eso no quiero decir que para mí se haya derrumbado un mito, pero sí que esto ayuda a poner las cosas un poco en su sitio. Ni que decir tiene que “Rondo” en un temazo espectacular.
Es un disco que hay que escuchar, aunque sólo sea por cultura musical. Recomendado a los amantes del progresivo setentero y a las mentes inquietas ansiosas de conocerlo todo acerca de la buena música.
De la misma manera en estos últimos años me he interesado sobretodo por la música actual, había dejado lo antiguo un poco al margen. Pero este año me he vuelto a interesar también por el progresivo de los ’70. Aunque después de perder el tiempo escuchando toda la discografía de Genesis, faenón que me ocupó muchas de las preciadas horas de mi vida, decidí escuchar lo más representativo de cada grupo y si no me gustaba dejarlo correr y pasar a otra cosa. Así descubrí que Jethro Tull o King Crimson, por diferentes razones, no son lo mío. Pink Floyd me gustan, pero los encuentro demasiado trascendentes y lentos. Son buenísimos, sobretodo Guilmour, pero es un grupo que le da más importancia a aspectos de la música que yo no le doy tanta, y hay que recordar que yo de inglés entiendo una de cada 100 palabras, y así es difícil entender el mesaje.
Los que sí me han gustado mucho son Camel, ése sí que es mi rollo. Es curioso pero de los discos que he escuchado hasta ahora no me suena absolutamente nada. Llámale coincidencia de no haberme cruzado nunca con su música o simplemente ignorancia. El caso es que son geniales, pero de eso ya hablaré en otro momento.
Otro de los grupos por los que me interesado es The Nice. Se dice por ahí que el disco que comento aquí fue el primero de rock progresivo. Allá por el 1968. Fíjate tú si hace tiempo. Es de mi año.
Uno de los músicos es Keith Emerson, exacto, el mismo, el de Emerson, Lake and Palmer.
Para escucharlo hay que situarse en el contexto histórico. Supongo que en aquella época debió ser todo un flash.
Suena muy setentero, y hay largos desarrollos instrumentales. La guitarra a veces suena a Jimmy Hendrix, pero el sonido del teclado es un poco simple.
Hay un tema, “War and peace”, título muy apropiado para la época, que es un rock’n’roll instrumental con solos continuos de Emerson y el guitarra David O’List.
Pero lo que más me ha impactado del disco, bueno, impactado es poco, lo que me ha dejado absolutamene perplejo es otro tema instrumental que se llama “Rondo”. Es prácticamente idéntico a la parte intermedia del supertemazo “Space truckin” del “Made in Japan” de Deep Purple.
Pero... un momento... ¡el “Made in Japan” es del 1972 y este disco se editó 4 años antes!!! Es decir, que Deep Purple, para alargar su canción con un desarrollo instrumental largo, copió directamente a The Nice, lo que dice mucho a favor de Keith Emerson y poco a favor de Deep Purple. Con eso no quiero decir que para mí se haya derrumbado un mito, pero sí que esto ayuda a poner las cosas un poco en su sitio. Ni que decir tiene que “Rondo” en un temazo espectacular.
Es un disco que hay que escuchar, aunque sólo sea por cultura musical. Recomendado a los amantes del progresivo setentero y a las mentes inquietas ansiosas de conocerlo todo acerca de la buena música.
Lynch Mob – “Smoke and mirrors” (2009)
¿Alguien tiene ganas de escuchar heavy-rock del bueno?
Pues nada mejor que este disco de Lynch Mob, guitarrista que estuvo con Dokken.
Marcha y diversión a raudales. Está bien este estilo de música, entre tanto progresivo va bien quitar un poco de trascendencia a la cosa y escuchar algo así.
No hay más que oír “The phacist” para saber de qué va la cosa. Es un temazo con un estribillo repetitivo e intenso que te hace dar cabezazos contra el volante (si vas conduciendo).
Esta canción es la pista 8. A partir de aquí empieza una segunda parte en el disco. Las canciones que le siguen están compuestas en otro tono diferente, son más tirando a heavy clásico.
Gran disco. Recomendado a todo aquél que le guste el rock, o sea, a muchísima gente.
Pues nada mejor que este disco de Lynch Mob, guitarrista que estuvo con Dokken.
Marcha y diversión a raudales. Está bien este estilo de música, entre tanto progresivo va bien quitar un poco de trascendencia a la cosa y escuchar algo así.
No hay más que oír “The phacist” para saber de qué va la cosa. Es un temazo con un estribillo repetitivo e intenso que te hace dar cabezazos contra el volante (si vas conduciendo).
Esta canción es la pista 8. A partir de aquí empieza una segunda parte en el disco. Las canciones que le siguen están compuestas en otro tono diferente, son más tirando a heavy clásico.
Gran disco. Recomendado a todo aquél que le guste el rock, o sea, a muchísima gente.
Karmakanic – “Wheel of life” (2004)
Otro estupendo disco de la sensacional banda sueca de Jonas Reingold. Es anterior y sustancialmente diferente a “Who’s the boss in the factory”. Lo que en éste era todo melodía en “Wheel of life” es abstracción y virtuosismo. Los toques jazzísticos abundan y Jonas Reingold se luce constantemente. La mayor parte del tiempo se le oye por encima de los demás instrumentos, aunque estos hagan un solo, lo que no molesta en absoluto, al contrario, para mí es el mejor bajista que existe, puede que no sea tan virtuoso como Kirwan Brown, Marcus Miller o Victor Wooten, pero es único en dar a la música esa magia que sólo con técnica no se puede conseguir.
En este disco Karmakanic utiliza compases complejos, pero como ya comenté una vez, lo hacen de forma natural, sin que la música resulte forzada o cortada.
El disco tiene 8 temas que oscilan entre los 4 y lo 14 minutos.
En uno de ellos destacan los aires hispanos, hay un solo de guitara española que ni el Chicuelo, pero lo cojonudo es que después Reingold se hace uno ¡con el bajo! Hay que escucharlo para saber de qué se trata. Y para rematar la “faena” se oye un “zapateao” con fondo de rock y un “palmoteo” con ese mismo fondo pero acelerado. Flamenco fusión sueco del bueno. Entre medias se puede escuchar una voz femenina que dice algo así: “¿Vas al tiempo? Quiero bailar”. Por lo visto la moza se las ve negras para seguir el ritmo.
También hay otra exquisita pieza de jazz fusion en compases de 5 tiempos con un ritmillo suave y fácil de seguir que es una verdadera joya.
Eso entre otras cosas.
Discazo impresionante. Eso sí, un poco difícil de escuchar, no tiene que ver nada o casi nada con el genial “Who’s the boss...”, pero rebosa brillantez por todas partes.
Otro diez para Karmakanic.
En este disco Karmakanic utiliza compases complejos, pero como ya comenté una vez, lo hacen de forma natural, sin que la música resulte forzada o cortada.
El disco tiene 8 temas que oscilan entre los 4 y lo 14 minutos.
En uno de ellos destacan los aires hispanos, hay un solo de guitara española que ni el Chicuelo, pero lo cojonudo es que después Reingold se hace uno ¡con el bajo! Hay que escucharlo para saber de qué se trata. Y para rematar la “faena” se oye un “zapateao” con fondo de rock y un “palmoteo” con ese mismo fondo pero acelerado. Flamenco fusión sueco del bueno. Entre medias se puede escuchar una voz femenina que dice algo así: “¿Vas al tiempo? Quiero bailar”. Por lo visto la moza se las ve negras para seguir el ritmo.
También hay otra exquisita pieza de jazz fusion en compases de 5 tiempos con un ritmillo suave y fácil de seguir que es una verdadera joya.
Eso entre otras cosas.
Discazo impresionante. Eso sí, un poco difícil de escuchar, no tiene que ver nada o casi nada con el genial “Who’s the boss...”, pero rebosa brillantez por todas partes.
Otro diez para Karmakanic.
18 octubre 2009
Empty Tremor – “The alien inside” (2004)
Empty Tremor son una pedazo de banda de metal progresivo italiana con unos músicos y un sonido excelente, que es potente y suave al mismo tiempo. Combinan fuertes guitarras (Christian Tombetti y Marco Guerrini) con una base rítmica espectacular (Dennis Randi y Stefano Ruzzi) y un teclado omnipresente (Daniele Liverani) que le da al sonido esa suavidad y a menudo un tono épico.
Pero lo que más destaca por encima de todo es ese pedazo de cantante (Oliver Hartmann) con ese pedazo de vozarrón que recuerda al mismo tiempo a los míticos Graham Bonet y David Coverdale.
¿Hacen falta más datos?
No.
Pero es un placer hablar de él.
Las voces masculinas del metal de hoy en día parecen estar divididas radicamente en demasiado agudas o demasiado monstruosas, pues aquí está Oliver Hartmann para poner ese punto intermedio. Es capaz de llegar a registros agudos impresionantes, pero no los usa como único recurso, si no uno más de los muchos que tiene. Lo suyo es una voz fuerte, de tío, desgarradora cuando hace falta y melódica y dulce cuando lo requiere el tono de la canción, y además canta desde dentro, desde lo más hondo, con una pasión infinita. Pedazo de cantante, sí señor. Es de las mejores voces masculinas que he escuchado últimamente.
Gran disco de metal progresivo, y aunque a veces utilizan compases complicados y difíciles de seguir lo recomiendo a todo el mundo por el placer de escuchar a Oliver Hartmann.
Pero lo que más destaca por encima de todo es ese pedazo de cantante (Oliver Hartmann) con ese pedazo de vozarrón que recuerda al mismo tiempo a los míticos Graham Bonet y David Coverdale.
¿Hacen falta más datos?
No.
Pero es un placer hablar de él.
Las voces masculinas del metal de hoy en día parecen estar divididas radicamente en demasiado agudas o demasiado monstruosas, pues aquí está Oliver Hartmann para poner ese punto intermedio. Es capaz de llegar a registros agudos impresionantes, pero no los usa como único recurso, si no uno más de los muchos que tiene. Lo suyo es una voz fuerte, de tío, desgarradora cuando hace falta y melódica y dulce cuando lo requiere el tono de la canción, y además canta desde dentro, desde lo más hondo, con una pasión infinita. Pedazo de cantante, sí señor. Es de las mejores voces masculinas que he escuchado últimamente.
Gran disco de metal progresivo, y aunque a veces utilizan compases complicados y difíciles de seguir lo recomiendo a todo el mundo por el placer de escuchar a Oliver Hartmann.
Rinôçérôse – “Futurino” (2009)
Estos dos psicólogos franceses (Jean Philippe Freu y Patrice Carrié) que forman Rinôçérôse son uno de los referentes de la escena electrónica europea. Aunque en los dos últimos discos (Schizophonic y éste) se han dedicado a mezclar estilos para llegar a un rock electrónico con potentes guitarras muy bailable y divertido. Y además cuentan con colaboraciones estelares como Bnann Watts, cantante de Infadels, grupo inglés que hace también un rock electrónico semejante al de Rinôcérôse.
Muy díver, rítmico y marchoso. Ideal para pistas de baile (chudedensflor) que no se conformen con el tecno puro y duro.
Muy díver, rítmico y marchoso. Ideal para pistas de baile (chudedensflor) que no se conformen con el tecno puro y duro.
Little Atlas – “Hollow” (2007) y “Wanderlust” (2005)
Little Atlas es un cuarteto estadounidense formado por Steve Katsikas (voz, teclados, guitarra rítmica y saxo), Roy Strattman (guitarra), Rik Bigai (bajo) y Diego Pocoví (batería).
Hacen rock progresivo puro (este año está claro que va de rock progresivo), con canciones de complejas estructuras y largos desarrollos instrumentales. La parte instrumental está muy bien pero el cantante falla un poco para mi gusto. Además, da la sensación de que tengan un montón de energía retenida. A ver, quiero decir que tienes la sensación de que en cualquier momento van a hacer un cambio de ritmo o a meter una descarga de sonido espectacular pero no, se quedan en ese ritmo medio-lento que ocupa la mayor parte de la duración de los discos.
Aún así tienen momentos muy brillantes y la escucha se hace agradable y entretenida.
Evidentemente recomendado para los amantes del género.
Hacen rock progresivo puro (este año está claro que va de rock progresivo), con canciones de complejas estructuras y largos desarrollos instrumentales. La parte instrumental está muy bien pero el cantante falla un poco para mi gusto. Además, da la sensación de que tengan un montón de energía retenida. A ver, quiero decir que tienes la sensación de que en cualquier momento van a hacer un cambio de ritmo o a meter una descarga de sonido espectacular pero no, se quedan en ese ritmo medio-lento que ocupa la mayor parte de la duración de los discos.
Aún así tienen momentos muy brillantes y la escucha se hace agradable y entretenida.
Evidentemente recomendado para los amantes del género.
Atlas – “Bla Vardag” (1979)
Atlas es un grupo sueco de rock progresivo instrumental que sólo editó un disco. Junto con Kaipa son lo más representativo del progresivo sueco de los setenta.
En un principio me interesó porque los títulos del disco y las canciones son en sueco, y estoy deseando escuchar música en este idioma, pero por lo visto es algo realmente difícil.
El disco en un principio parece un poco monótono, pues el tono y el sonido no tienen variaciones apreciables. Pero a base de escucharlo vas descubriendo cosas y se hace de lo más entretenido, a pesar de no tener demasiado virtuosismo. Pero es posible que sea por eso, porque dan más importancia a la melodía y al ritmo que al vacileo instrumental.
Curioso disco, y muy bueno, recomendado a los amantes del género.
En un principio me interesó porque los títulos del disco y las canciones son en sueco, y estoy deseando escuchar música en este idioma, pero por lo visto es algo realmente difícil.
El disco en un principio parece un poco monótono, pues el tono y el sonido no tienen variaciones apreciables. Pero a base de escucharlo vas descubriendo cosas y se hace de lo más entretenido, a pesar de no tener demasiado virtuosismo. Pero es posible que sea por eso, porque dan más importancia a la melodía y al ritmo que al vacileo instrumental.
Curioso disco, y muy bueno, recomendado a los amantes del género.
Myrath – “Hope” (2007)
En una entrada anterior decidí solemnemente dejar de sorprenderme al descubrir nuevos grupos buenos originarios de países “raros”.
Pues no.
Acabo de descubrir un grupazo procedente de Túnez.
De Túnez.
Sí, de Túnez.
Ahora mismo acabo de decidir que sigo estando abierto a sorpresas de todo tipo.
Este disco de Myrath, único hasta ahora de la banda, es sencillamente im-presionante. Es de los que enganchan desde la primera escucha, y si no que se lo digan a mi cuñao Jesús.
Aportan algo que tal como está el panorama es casi imposible, que es originalidad. Hacen un metal progresivo con un sonido poderoso y limpio que roza la perfección. Las canciones tienen complejas estructuras y desarrollos instrumentales con bastante virtuosismo pero sin resultar excesivo, lo que no quiere decir que a veces el guitarra y el teclado se ensarcen en espectaculares piques con solos alternativos a lo Dream Theater.
Pero, después de escucharlo unas cuantas veces, veo que a diferencia de muchos grupos de hoy en día le dan más importancia al ritmo que a la marcha. Su música no es sólo para escuchar, es para seguirla con todo el cuerpo, tampoco digo que sea bailable, pero escuchando según que pasajes del disco uno no puede dejar de imaginarse a dos moras vestidas de seda y repletas de jades y esmeraldas meneando el culo con gracia y sensualidad.
Y es que lo más curioso del grupo, lo que le da ese toque original, es esa mezcla de metal progresivo superpotente y de factura perfecta con grandes dosis de folklore árabe. Hay que escucharlo para saber de qué se trata.
Las voces recuerdan a veces a Linkin Park, que es lo que faltaba para acabar de rizar el rizo.
A veces duros, a veces tétricos, o melancólicos, o barriobajeros de alta escuela, o muy histéricos o muy relajados, o thrashers melódicos, a veces moros y a veces cristianos, pues no se cortan al meter entre un trozo metálico y uno árabe unos toques de salsa o de rollo latino a lo Carlos Baute, tal como suena.
Im-presionante. Es un discazo de los que hacen época, un poco difícil de escuchar para los que no estén acostumbrados al metal progresivo, aunque lo facilita un poco una baladita insertada en el disco al más puro estilo del heavy metal de los ’80.
Después de “Who’s the boss in the factory” de Karmakanic es lo mejor que ha llegado a mis oídos en este alucinante 2009.
Pues no.
Acabo de descubrir un grupazo procedente de Túnez.
De Túnez.
Sí, de Túnez.
Ahora mismo acabo de decidir que sigo estando abierto a sorpresas de todo tipo.
Este disco de Myrath, único hasta ahora de la banda, es sencillamente im-presionante. Es de los que enganchan desde la primera escucha, y si no que se lo digan a mi cuñao Jesús.
Aportan algo que tal como está el panorama es casi imposible, que es originalidad. Hacen un metal progresivo con un sonido poderoso y limpio que roza la perfección. Las canciones tienen complejas estructuras y desarrollos instrumentales con bastante virtuosismo pero sin resultar excesivo, lo que no quiere decir que a veces el guitarra y el teclado se ensarcen en espectaculares piques con solos alternativos a lo Dream Theater.
Pero, después de escucharlo unas cuantas veces, veo que a diferencia de muchos grupos de hoy en día le dan más importancia al ritmo que a la marcha. Su música no es sólo para escuchar, es para seguirla con todo el cuerpo, tampoco digo que sea bailable, pero escuchando según que pasajes del disco uno no puede dejar de imaginarse a dos moras vestidas de seda y repletas de jades y esmeraldas meneando el culo con gracia y sensualidad.
Y es que lo más curioso del grupo, lo que le da ese toque original, es esa mezcla de metal progresivo superpotente y de factura perfecta con grandes dosis de folklore árabe. Hay que escucharlo para saber de qué se trata.
Las voces recuerdan a veces a Linkin Park, que es lo que faltaba para acabar de rizar el rizo.
A veces duros, a veces tétricos, o melancólicos, o barriobajeros de alta escuela, o muy histéricos o muy relajados, o thrashers melódicos, a veces moros y a veces cristianos, pues no se cortan al meter entre un trozo metálico y uno árabe unos toques de salsa o de rollo latino a lo Carlos Baute, tal como suena.
Im-presionante. Es un discazo de los que hacen época, un poco difícil de escuchar para los que no estén acostumbrados al metal progresivo, aunque lo facilita un poco una baladita insertada en el disco al más puro estilo del heavy metal de los ’80.
Después de “Who’s the boss in the factory” de Karmakanic es lo mejor que ha llegado a mis oídos en este alucinante 2009.
Reingold – “Universe” (1999)
El bajista Jonas Reingold es un músico superprolífico. A parte de sus proyectos paralelos con Karmakanic, The Flower Kings y The Tangent también formó parte de grupos como Opus Atlantica, Reptilian o Time Requiem. Pero también publicó un disco con su propio nombre. Es bastante diferente del estilo al que se dedica actualmente, que es el rock progresivo. En “Universe” el estilo es un A.O.R. a veces bastante acelerado, a veces bastante épico, y a veces bastante empalagosillo.
El disco en su conjunto no me ha gustado mucho, pero tiene un temazo, “Overloaded”, que es una auténtica maravilla. Vale la pena escucharlo sólo por este tema. Tiene un estribillo enganchoso de los que se te graban a fuego en el coco.
Le acompaña Göran Edman a la voz, con quien comparte el proyecto de Karmakanic. Es espectacular la evolución que ha tenido este cantante en los años que separan este disco del “Who’s the boss in the factory” de Karmakanic. Göran Edman también estuvo con Yngwie Malmsteen, y en el disco se nota su influencia.
El resto de la formación son Marcus Jacobson a la guitarra y Jaime Salazar a la batería.
El disco en su conjunto no me ha gustado mucho, pero tiene un temazo, “Overloaded”, que es una auténtica maravilla. Vale la pena escucharlo sólo por este tema. Tiene un estribillo enganchoso de los que se te graban a fuego en el coco.
Le acompaña Göran Edman a la voz, con quien comparte el proyecto de Karmakanic. Es espectacular la evolución que ha tenido este cantante en los años que separan este disco del “Who’s the boss in the factory” de Karmakanic. Göran Edman también estuvo con Yngwie Malmsteen, y en el disco se nota su influencia.
El resto de la formación son Marcus Jacobson a la guitarra y Jaime Salazar a la batería.
07 octubre 2009
Concierto de SAXON en Razzmatazz. 4-10-2009
De vez en cuando va bien rememorar viejos y buenos tiempos, y para eso nada mejor que ver al grupo favorito de tu adolescencia en directo, a pesar de que estos sean ya bastante viejunos.
Viejunos pero incombustibles. Saxon son de los pocos que nunca lo han dejado por una temporada, el período más largo entre dos discos ha sido de cuatro años, y además en el último vuelven a hacer música con la misma esencia que hace casi 30 años.
30 años.
Sí sí, 30 años.
Se dice pronto.
Pero claro, a las nuevas generaciones no les seduce nada este tipo de música, y eso se refleja en que el aforo total de las salas en las que tocan se va reduciendo poco a poco. Esta vez tocaron en la sala 2 de Razzmatazz. La media de edad del respetable (por decir algo) rondaba los 40.
El nuevo disco está bastante bien, pero Saxon saben que quien viene a verlos no es a escuchar sus nuevas canciones, por eso intercalaron algunos de los nuevos temas con sus exitazos de siempre. Abrieron el concierto con una nueva y siguieron con “Heavy Metal Thunder”, para crear ambiente. Después se me puso la piel de gallina cuando tocaron “Power and the glory”. Y así dieron un repaso a sus primeros discos, la estapa que va desde “Wheels of steel” hasta “Power and the glory”, sus verdaderos años dorados, obviando casi por completo el resto de su discografía, con la casi única excepción de la genial “Broken heroes”.
“Strangers in the night”, “Never Surrender”, “Wheels of steel”, “And the bands play it on”, “Strong arm of the law”… (Si son capaces de tararear todas estas canciones sólo con leer el título significa que ya tendrían que empezar a cuidarse).
Muy divertido, Saxon siguen dando caña, a pesar de sus años. Lo único que enturvió en concierto fue el sonido, que era verdaderamente terrible.
Ahí van unos afotos pa la posteridá.
Viejunos pero incombustibles. Saxon son de los pocos que nunca lo han dejado por una temporada, el período más largo entre dos discos ha sido de cuatro años, y además en el último vuelven a hacer música con la misma esencia que hace casi 30 años.
30 años.
Sí sí, 30 años.
Se dice pronto.
Pero claro, a las nuevas generaciones no les seduce nada este tipo de música, y eso se refleja en que el aforo total de las salas en las que tocan se va reduciendo poco a poco. Esta vez tocaron en la sala 2 de Razzmatazz. La media de edad del respetable (por decir algo) rondaba los 40.
El nuevo disco está bastante bien, pero Saxon saben que quien viene a verlos no es a escuchar sus nuevas canciones, por eso intercalaron algunos de los nuevos temas con sus exitazos de siempre. Abrieron el concierto con una nueva y siguieron con “Heavy Metal Thunder”, para crear ambiente. Después se me puso la piel de gallina cuando tocaron “Power and the glory”. Y así dieron un repaso a sus primeros discos, la estapa que va desde “Wheels of steel” hasta “Power and the glory”, sus verdaderos años dorados, obviando casi por completo el resto de su discografía, con la casi única excepción de la genial “Broken heroes”.
“Strangers in the night”, “Never Surrender”, “Wheels of steel”, “And the bands play it on”, “Strong arm of the law”… (Si son capaces de tararear todas estas canciones sólo con leer el título significa que ya tendrían que empezar a cuidarse).
Muy divertido, Saxon siguen dando caña, a pesar de sus años. Lo único que enturvió en concierto fue el sonido, que era verdaderamente terrible.
Ahí van unos afotos pa la posteridá.
29 septiembre 2009
Melómano
Un saludo y un abrazo muy fuerte desde este humilde blog a Melómano, cuyo blog a sido suprimido.
He visto que entre varios blogs afines se reparten premios entre ellos y Melómano es uno de los galardonados. Si yo otorgase premios a otros blogs Melómano los acapararía todos.
De todas formas intentaré continuar la vida sin su blog, aunque estoy seguro de que no será por mucho tiempo.
He visto que entre varios blogs afines se reparten premios entre ellos y Melómano es uno de los galardonados. Si yo otorgase premios a otros blogs Melómano los acapararía todos.
De todas formas intentaré continuar la vida sin su blog, aunque estoy seguro de que no será por mucho tiempo.
Magenta – "Metamorphosis" (2008)
Impresionante.
Este disco me ha dejado boquiabierto.
Está muy claro que es una época dorada para el rock progresivo, si tenemos en cuenta el nivel de las bandas actuales. Pero está aún más claro que es un estilo que no goza de una aceptación masiva. La mayoría de la gente de hoy en día necesita música facilona, sin complicaciones, con canciones de corta duración, estructuras calcadas, estribillos pegadizos y sobretodo el omnipresente 4x4. Por tanto, para descubrir buen rock progresivo te lo has de currar, has de buscarlo tú, porque los medios no te lo van a ponen en bandeja.
Pues eso es lo que hago yo, y buscando buscando, he descubierto este pedazo de grupo.
Magenta es un grupo galés con chica. Christina Booth. Es la mejor voz que he escuchado en los últimos años. No exagero nada. Para hacernos una idea, me recuerda a aquella moza, no recuerdo su nombre, que cantaba con Mike Olfield y juntos dejaron para la posteridad maravillas como “Moonlight shadow” o “Five miles out”. Sí sí, me recuerda a ella. He escuchado a Christina Booth en otros discos de Magenta, y no me convenció del todo por usaba demasiado la técnica del vibrato, casi constantemente, en este disco ha pulido eso, consiguiendo una voz mucho más suave y dulce. Es un placer enorme escucharla, no se lo pierdan.
Magenta no es sólo una bonita voz. Son un pedazo de grupo con instrumentistas buenísimos, sobretodo la base rítmica. Se curran temazos de minutadas extraordinarias (de hecho el disco sólo tiene 4, dos larguísimos y otros dos no tanto), con estructuras muy complejas y diferentes compases compuestos que se alternan continuamente.
Tiene momentos verdaderamente geniales, de gran profundidad, de esos que te hacen desenfocar la vista para poder captar con mayor intensidad la esencia de la música.
Pero lo que más me sorprende es que en un entorno tan técnico lo mejor no sea la composición, o la coordinación, o el virtuosismo instrumental, lo que destaca en este disco es la suavidad y la dulzura con que está hecho y el ambiente conseguido, todo guiado con la voz de Christina, capaz de crear melodías maravillosas sobre cualquier base musical, por sencilla que sea.
Todo un placer para los sentidos.
Recomendado a cualquiera que pueda aguantar canciones de más de 20 minutos.
Bueno no, recomendado a todo el mundo. De vez en cuando no está mal salirse de lo que uno escucha normalmente y adentrarse en otros terrenos, por peligrosos que sean. Puedo certificar que este disco de Magenta no puede aburrir a nadie.
Es que es genial.
Este disco me ha dejado boquiabierto.
Está muy claro que es una época dorada para el rock progresivo, si tenemos en cuenta el nivel de las bandas actuales. Pero está aún más claro que es un estilo que no goza de una aceptación masiva. La mayoría de la gente de hoy en día necesita música facilona, sin complicaciones, con canciones de corta duración, estructuras calcadas, estribillos pegadizos y sobretodo el omnipresente 4x4. Por tanto, para descubrir buen rock progresivo te lo has de currar, has de buscarlo tú, porque los medios no te lo van a ponen en bandeja.
Pues eso es lo que hago yo, y buscando buscando, he descubierto este pedazo de grupo.
Magenta es un grupo galés con chica. Christina Booth. Es la mejor voz que he escuchado en los últimos años. No exagero nada. Para hacernos una idea, me recuerda a aquella moza, no recuerdo su nombre, que cantaba con Mike Olfield y juntos dejaron para la posteridad maravillas como “Moonlight shadow” o “Five miles out”. Sí sí, me recuerda a ella. He escuchado a Christina Booth en otros discos de Magenta, y no me convenció del todo por usaba demasiado la técnica del vibrato, casi constantemente, en este disco ha pulido eso, consiguiendo una voz mucho más suave y dulce. Es un placer enorme escucharla, no se lo pierdan.
Magenta no es sólo una bonita voz. Son un pedazo de grupo con instrumentistas buenísimos, sobretodo la base rítmica. Se curran temazos de minutadas extraordinarias (de hecho el disco sólo tiene 4, dos larguísimos y otros dos no tanto), con estructuras muy complejas y diferentes compases compuestos que se alternan continuamente.
Tiene momentos verdaderamente geniales, de gran profundidad, de esos que te hacen desenfocar la vista para poder captar con mayor intensidad la esencia de la música.
Pero lo que más me sorprende es que en un entorno tan técnico lo mejor no sea la composición, o la coordinación, o el virtuosismo instrumental, lo que destaca en este disco es la suavidad y la dulzura con que está hecho y el ambiente conseguido, todo guiado con la voz de Christina, capaz de crear melodías maravillosas sobre cualquier base musical, por sencilla que sea.
Todo un placer para los sentidos.
Recomendado a cualquiera que pueda aguantar canciones de más de 20 minutos.
Bueno no, recomendado a todo el mundo. De vez en cuando no está mal salirse de lo que uno escucha normalmente y adentrarse en otros terrenos, por peligrosos que sean. Puedo certificar que este disco de Magenta no puede aburrir a nadie.
Es que es genial.
Siddhartha – “Trip to innerself” (2008)
He decidido dejar de sorprenderme cada vez que descubro buena música procedente de países inusuales.
Siddhartha son turcos.
Éste es un disco para enmarcar. Hacen una especie de rock ambiental, casi instrumental (lo poco que cantan es en inglés), casi siempre a ritmo lento, con sonidos de fondo que crean ambientes profundos y sosegados. Se ensarzan en largos desarrollos instrumentales protagonizados por la guitarra, a lo Led Zeppelin. También se pueden descubrir ecos de Pink Floyd en incluso de Iron Maiden.
Dejan salir su vena folklórica, pero muy acertadamente, sólo para darle ambiente, no es folk-rock.
Esto es música tranquila y ambiental con un sonido suave y agradable. Escucharla atentamente te puede hacer sentir cosas interesantes. Si te dejas.
Discazo tremendo, de lo mejor del año, recomendado a todo el mundo. Pero ojo, no es para cualquier momento.
Siddhartha son turcos.
Éste es un disco para enmarcar. Hacen una especie de rock ambiental, casi instrumental (lo poco que cantan es en inglés), casi siempre a ritmo lento, con sonidos de fondo que crean ambientes profundos y sosegados. Se ensarzan en largos desarrollos instrumentales protagonizados por la guitarra, a lo Led Zeppelin. También se pueden descubrir ecos de Pink Floyd en incluso de Iron Maiden.
Dejan salir su vena folklórica, pero muy acertadamente, sólo para darle ambiente, no es folk-rock.
Esto es música tranquila y ambiental con un sonido suave y agradable. Escucharla atentamente te puede hacer sentir cosas interesantes. Si te dejas.
Discazo tremendo, de lo mejor del año, recomendado a todo el mundo. Pero ojo, no es para cualquier momento.
The Sounds – “Crossing the Rubicon” (2009)
¿Has escuchado algo de The Sounds? Si la respuesta es afirmativa se podría decir que también has escuchado este disco. Es una extensión de los anteriores. Pero bueno, está bien. Pop sueco (suecos y más suecos) a ritmo de rock, fresco y juvenil. A destacar sin duda a su pedazo de cantante Maja Ivarsson, ganadora hace unos años de un PG.
Esta titi es Maja Ivarsson:
Esta titi es Maja Ivarsson:
Bloodbound – “Tabula rasa” (2009)
Grupo sueco de heavy metal. Sin más. Heavy metal sencillo, sin grandes pretensiones técnicas. Pero muy efectivo.
El sonido es muy actual, potente, compacto y limpio, pero el estilo lo situaría una década atrás. Tienen bastante marcha, de esa que te hace cabecear sin parar.
El cantante en la primera canción recuerda a Dio, pero sólo en la primera, en el resto es de esos cantantes que tira de agudos para enfatizar, pero sin abusar (menos mal).
A pesar de su sonido cañero y su poderosa base rítmica se permiten hacer uso de melodías muy logradas.
En fin, buen disco de heavy metal duro pero sin estridencias.
El sonido es muy actual, potente, compacto y limpio, pero el estilo lo situaría una década atrás. Tienen bastante marcha, de esa que te hace cabecear sin parar.
El cantante en la primera canción recuerda a Dio, pero sólo en la primera, en el resto es de esos cantantes que tira de agudos para enfatizar, pero sin abusar (menos mal).
A pesar de su sonido cañero y su poderosa base rítmica se permiten hacer uso de melodías muy logradas.
En fin, buen disco de heavy metal duro pero sin estridencias.
Riverside – “Anno domini high definition” (2009)
Riverside es un grupo con muchos puntos en común con Indukti. Los dos son polacos, comparten cantante, hacen un metal progresivo bastante espeso y enrevesado y su sonido es potente pero limpio.
Es inevitable compararlos.
Yo prefiero Indukti.
Eso no quiere decir que éste no sea un discazo. Hacen progresivo puro, difícil de seguir, por momentos resulta casi imposible, pero nada que no se pueda curar escuchándolo un montón de veces.
No sé si es por que el sonido en el disco de Indukti es más depurado pero encuentro que el cantante, Mariusz Duda, está más fino con Indukti que con Riverside, al menos, en las pocas canciones que canta (con Indukti) su voz sobresale y se le pueden apreciar todos sus matices, que no son pocos, en este disco de Riverside la voz es un instrumento más y queda un poco tapada. Yo preferiría que resaltase más.
Destacaría “Left out”, un temazo de 11 minutos que tiene una melodía de guitarra muy suave que se repite bastantes veces (de hecho es la base de la canción) y que se queda grabada en la mente a fuego, imposible desprenderse de ella, te persigue cuando dejas de escucharla, te acompaña cuando caminas, cuando vas a comprar, cuando ves la tele, cuando intentas dormir... Muy lograda.
Discazo, recomendado a los amantes del género.
Es inevitable compararlos.
Yo prefiero Indukti.
Eso no quiere decir que éste no sea un discazo. Hacen progresivo puro, difícil de seguir, por momentos resulta casi imposible, pero nada que no se pueda curar escuchándolo un montón de veces.
No sé si es por que el sonido en el disco de Indukti es más depurado pero encuentro que el cantante, Mariusz Duda, está más fino con Indukti que con Riverside, al menos, en las pocas canciones que canta (con Indukti) su voz sobresale y se le pueden apreciar todos sus matices, que no son pocos, en este disco de Riverside la voz es un instrumento más y queda un poco tapada. Yo preferiría que resaltase más.
Destacaría “Left out”, un temazo de 11 minutos que tiene una melodía de guitarra muy suave que se repite bastantes veces (de hecho es la base de la canción) y que se queda grabada en la mente a fuego, imposible desprenderse de ella, te persigue cuando dejas de escucharla, te acompaña cuando caminas, cuando vas a comprar, cuando ves la tele, cuando intentas dormir... Muy lograda.
Discazo, recomendado a los amantes del género.
23 septiembre 2009
!Bravo por Muse!
Sí señor, con dos cojones.Muse tenían que actuar en un programa de la RAI, pero querían hacerlo en directo y el programa no les dejó. A modo de protesta decidieron acceder al paripé pero intercambiándose los papeles. El cantante se puso en la batería, el batería a la voz y al bajo y el bajista con la guitarra y los teclados.
Lo más gracioso es que no se dio cuenta nadie, ni la presentadora, que decididísima entrevistó al batería como si realmente hubiese cantado él, éste interpretó a la perfección su papel mientras los otros dos se fueron del escenario para desternillarse a gusto de risa fuera del alcance de las cámaras.
Un diez por Muse.
Espero con ansiedad su nuevo disco.
Lo más gracioso es que no se dio cuenta nadie, ni la presentadora, que decididísima entrevistó al batería como si realmente hubiese cantado él, éste interpretó a la perfección su papel mientras los otros dos se fueron del escenario para desternillarse a gusto de risa fuera del alcance de las cámaras.
Un diez por Muse.
Espero con ansiedad su nuevo disco.
05 julio 2009
Concierto de Spyro Gyra en Vilafranca del Penedés (3-7-2009) en el festival de música y vino ViJazz.
Como ya he dicho en una entrada anterior no me lo podía creer. Pero era verdad. Pues nada, ese día plegué un poco antes, me subí al coche y pa Vilafranca. Después de comerme un bocata en la terraza de un bar remojado con un excelente vino del lugar (era peleón pero lo encontré buenísimo)... me comí un bikini remojado con otra copa de ese buen vino. En esta plaza estaba ese bar.Bien cenado me fui para la plaza Jaume I para ir cogiendo sitio. Había muchas sillas delante del escenario a las que se podía acceder si se compraba un tiquet de degustación de vinos del Penedés que valía 7 euros. No lo compré por dos razones, una porque después tenía que conducir, y otra porque no me apetecía estar sentado viendo un concierto de música tan rítmica. La experiencia de ver a Michel Camilo sentado sin poder seguir el ritmo con todo el cuerpo por no molestar al de al lado me hizo decidirme por pillar un buen sitio justo detrás de la mesa de mezclas para poder bailar a gusto e ir aporreando la pobre valla que tenía delante al ritmo de la batería y el bajo.
Spyro Gyra son buenísimos, tanto como grupo como individualmente. El concierto fue más o menos como esperaba. Hubo algún momento tranquilito pero casi todo el rato fue un derroche de ritmo y virtuosismo deslumbrante. El más movidito fue Jay Beckenstein, el saxo. Hay que tener en cuenta que Spyro Gyra llevan sacando discos desde los 70, con lo que se les adivina una edad que para nada se les nota. Disfruté de lo lindo viendo cómo Scott Ambush (bajo) se medía en un duelo con Beckenstein y en otro con Julio Fernández (guitarra), y éste con Beckenstein. Boney Bonaparte, que es un negrata enorme, se marcó un solo de batería cantando al mismo tiempo que hizo levantarse a todos de sus asientos. Hicieron un pequeñito homenaje a Michael Jackson tocando unas breves notas de Billie Jean. Beckenstein agarró un saxo con una mano y un clarinete con la otra y ¡los tocó los dos a la vez!, cada uno en una tonalidad diferente, sonaba de fábula.
Tocaron cuatro o cinco temas de su último disco “Down the wire” que escuché durante el viaje con mucha atención, pero claro, no las tocaron como en el disco, es lo que tiene el jazz, se explayaron en vacileos instrumentales y rítmicos de una calidad extraordinaria.
Cuando me refiero a Spyro Gyra siempre aparece varias veces la palabra “ritmo”, soy consciente de que me hago repetitivo, pero es que es su característica fundamental. No hace falta hacer música cañera o rápida para que sea rítmica, el ritmo es mucho más que eso.
El entorno, el sonido, el ambiente, la música, todo fue perfecto, un conciertazo de un grupo de los mejores de siempre.
Un diez para Spyro Gyra, que por cierto, se dirigieron al público en todo momento en español, todo un detalle.
Spyro Gyra son buenísimos, tanto como grupo como individualmente. El concierto fue más o menos como esperaba. Hubo algún momento tranquilito pero casi todo el rato fue un derroche de ritmo y virtuosismo deslumbrante. El más movidito fue Jay Beckenstein, el saxo. Hay que tener en cuenta que Spyro Gyra llevan sacando discos desde los 70, con lo que se les adivina una edad que para nada se les nota. Disfruté de lo lindo viendo cómo Scott Ambush (bajo) se medía en un duelo con Beckenstein y en otro con Julio Fernández (guitarra), y éste con Beckenstein. Boney Bonaparte, que es un negrata enorme, se marcó un solo de batería cantando al mismo tiempo que hizo levantarse a todos de sus asientos. Hicieron un pequeñito homenaje a Michael Jackson tocando unas breves notas de Billie Jean. Beckenstein agarró un saxo con una mano y un clarinete con la otra y ¡los tocó los dos a la vez!, cada uno en una tonalidad diferente, sonaba de fábula.
Tocaron cuatro o cinco temas de su último disco “Down the wire” que escuché durante el viaje con mucha atención, pero claro, no las tocaron como en el disco, es lo que tiene el jazz, se explayaron en vacileos instrumentales y rítmicos de una calidad extraordinaria.
Cuando me refiero a Spyro Gyra siempre aparece varias veces la palabra “ritmo”, soy consciente de que me hago repetitivo, pero es que es su característica fundamental. No hace falta hacer música cañera o rápida para que sea rítmica, el ritmo es mucho más que eso.
El entorno, el sonido, el ambiente, la música, todo fue perfecto, un conciertazo de un grupo de los mejores de siempre.
Un diez para Spyro Gyra, que por cierto, se dirigieron al público en todo momento en español, todo un detalle.
Kirwan Brown – “Cool grooves” (1996)
Siempre he presumido de ser de los que se fijan en el bajo cuando escuchan música. Tenía una serie de bajistas preferidos, de los que no voy a hablar para evitar compararlos con los que lo son ahora.
Alucinaba cuando un bajista no se limitaba a hacer lo mismo que la guitarra rítmica sólo para darle más fuerza al sonido. La verdad es que durante mucho tiempo me he dedicado a escuchar estilos de música en los que el bajo tiene muy poco protagonismo. Esto no pasa en el jazz y el rock progresivo.
Mi vida cambió cuando escuché por primera vez “Free” de Marcus Miller. Me dejó con la boca abierta. De hecho estuve con la boca abierta más de una semana, con lo que ronco. Se me salía de la boca lo que comía y bebía. Durante toda esa semana intenté imaginar la forma de mover las manos de Marcus Miller cuando toca el bajo, lo que me hacía estar todo el día con la mirada perdida. Me chocaba con las farolas, con la gente, le hablaba a las palomas...
Cuando la recuperé (la mirada) me di cuenta de que había descubierto que el bajo también puede ser un instrumento solista, pero para ello es necesario tocar con mucha maestría, como Marcus Miller.
Al poco tiempo descubrí a Spyro Gyra y su bajista Scott Ambush, a Alex Al, colaborador con Eric Darius en su disco “Just getting started”, a Jonas Reingold, bajista de The Flower Kings, que muestra todo su poderío en el disco de su propia banda Karmakanik.
Y ahora he descubierto a Kirwan Brown.
Es algo realmente increíble. En este disco, que yo sepa el único en solitario, además de demostrar un virtuosismo fuera de toda medida ha sido capaz de crear melodías agradables y canciones entretenidas. Generalmente aparecen dos bajos, uno hace la base rítmica con un sonido duro y seco y otro hace la melodía con un sonido mucho más suave y dulce.
Este disco es de 1996. Por él recibió múltiples premios incluyendo los más prestigiosos, pero desde entoces no ha vuelto a grabar nada en solitario que yo sepa (¡cómo me gustaría equivocarme!).
Su música es relativamente fácil de escuchar, por eso no lo recomiendo sólo a los amantes del instrumento, si no a cualquiera que le gusten los ritmos suaves aderezados con una enorme dosis de virtuosismo técnico. Pero cuidado, que no se entienda aquí que Kirwan Brown es de los que se dedica a tocar mil notas por segundo, no es así, él se luce de otras muchas maneras. Todo un placer descubrirlo.
Alucinaba cuando un bajista no se limitaba a hacer lo mismo que la guitarra rítmica sólo para darle más fuerza al sonido. La verdad es que durante mucho tiempo me he dedicado a escuchar estilos de música en los que el bajo tiene muy poco protagonismo. Esto no pasa en el jazz y el rock progresivo.
Mi vida cambió cuando escuché por primera vez “Free” de Marcus Miller. Me dejó con la boca abierta. De hecho estuve con la boca abierta más de una semana, con lo que ronco. Se me salía de la boca lo que comía y bebía. Durante toda esa semana intenté imaginar la forma de mover las manos de Marcus Miller cuando toca el bajo, lo que me hacía estar todo el día con la mirada perdida. Me chocaba con las farolas, con la gente, le hablaba a las palomas...
Cuando la recuperé (la mirada) me di cuenta de que había descubierto que el bajo también puede ser un instrumento solista, pero para ello es necesario tocar con mucha maestría, como Marcus Miller.
Al poco tiempo descubrí a Spyro Gyra y su bajista Scott Ambush, a Alex Al, colaborador con Eric Darius en su disco “Just getting started”, a Jonas Reingold, bajista de The Flower Kings, que muestra todo su poderío en el disco de su propia banda Karmakanik.
Y ahora he descubierto a Kirwan Brown.
Es algo realmente increíble. En este disco, que yo sepa el único en solitario, además de demostrar un virtuosismo fuera de toda medida ha sido capaz de crear melodías agradables y canciones entretenidas. Generalmente aparecen dos bajos, uno hace la base rítmica con un sonido duro y seco y otro hace la melodía con un sonido mucho más suave y dulce.
Este disco es de 1996. Por él recibió múltiples premios incluyendo los más prestigiosos, pero desde entoces no ha vuelto a grabar nada en solitario que yo sepa (¡cómo me gustaría equivocarme!).
Su música es relativamente fácil de escuchar, por eso no lo recomiendo sólo a los amantes del instrumento, si no a cualquiera que le gusten los ritmos suaves aderezados con una enorme dosis de virtuosismo técnico. Pero cuidado, que no se entienda aquí que Kirwan Brown es de los que se dedica a tocar mil notas por segundo, no es así, él se luce de otras muchas maneras. Todo un placer descubrirlo.
Spyro Gyra – “Down the wire” (2009)
Otro discazo de Spyro Gyra.
Son geniales.
El disco empieza con un vacileo del bajista Scott Ambush que se extiende a toda la canción. ¡Qué pedazo de bajista!
Le sigue otro tema que empieza suavecito con un melodía exquisita (este adjetivo es ideal para toda la música de Spyro Gyra) y se va animando, se va animando...
Hay piezas tranquilas y animosas, éstas muy rítmicas, en las que el aire latino se deja ver más que en el trabajo anterior.
Destacaría, a parte de Scott Ambush, a Jay Beckenstein, saxo, también impresionante.
Spyro Gyra hacen un jazz fusionado agradable y fácil de escuchar, no por ello menos valioso técnicamente hablando. Supongo que combinar las dos cosas debe ser de lo más difícil.
Recomendado a todo el que presuma de tener buen gusto musical.
Nota: ¡Quién me iba a decir a mí que el mismo día que escribí esta entrada en mi libretilla me enteraría de que al día siguiente tocaban en Vilafranca de Penedés! ¡Y gratis! ¡El corazón casi se me sale! Durante media hora no podía parar de repetir: ¡NO ME LO PUEDO CREER!
Son geniales.
El disco empieza con un vacileo del bajista Scott Ambush que se extiende a toda la canción. ¡Qué pedazo de bajista!
Le sigue otro tema que empieza suavecito con un melodía exquisita (este adjetivo es ideal para toda la música de Spyro Gyra) y se va animando, se va animando...
Hay piezas tranquilas y animosas, éstas muy rítmicas, en las que el aire latino se deja ver más que en el trabajo anterior.
Destacaría, a parte de Scott Ambush, a Jay Beckenstein, saxo, también impresionante.
Spyro Gyra hacen un jazz fusionado agradable y fácil de escuchar, no por ello menos valioso técnicamente hablando. Supongo que combinar las dos cosas debe ser de lo más difícil.
Recomendado a todo el que presuma de tener buen gusto musical.
Nota: ¡Quién me iba a decir a mí que el mismo día que escribí esta entrada en mi libretilla me enteraría de que al día siguiente tocaban en Vilafranca de Penedés! ¡Y gratis! ¡El corazón casi se me sale! Durante media hora no podía parar de repetir: ¡NO ME LO PUEDO CREER!
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